Cada 8M se ha celebrado a nivel mundial el Día Internacional de la Mujer, es una fecha que debería ser sinónimo de unidad, pues representa la lucha histórica de millones de mujeres en el mundo, pero sobre todo de lucha contra la desigualdad de género. Sin embargo, en España, en los últimos años, este día, lejos de ser sinónimo de celebración por los logros alcanzados, ha puesto en evidencia las profundas divisiones dentro del movimiento feminista en España.
Este año, tal y como ha ocurrido en años anteriores, Madrid vivirá una jornada marcada por la celebración de dos marchas separadas, ambas con una fuerte carga reivindicatoria, pero con enfoques diferentes sobre qué debe ser la lucha feminista en la actualidad. Si bien es cierto que el objetivo de ambas manifestaciones es el mismo, alcanzar la igualdad de derechos y la erradicación de la violencia machista, este último objetivo mucho más en España, los caminos que recorren no podrían ser más distintos.
Las marchas de este 8M, convocadas por diferentes colectivos, reflejan las tensiones ideológicas que atraviesan al feminismo español. A un lado, el feminismo clásico, que apuesta por una lucha contra el patriarcado y la opresión estructural, y al otro, el feminismo interseccional, que pone el foco en el racismo, la transfobia y la exclusión de las mujeres migrantes y racializadas. Esta fragmentación no es nueva, pero este año parece haber alcanzado un punto de no retorno, generando una gran controversia que solo afecta al propio movimiento.
Dos marchas, un mismo día: la fractura feminista en el 8-M
La celebración de este 8M en Madrid no será diferente a los años anteriores, ya que se estarán desarrollando dos marchas, cada una convocada por un grupo distinto. La Comisión 8M, que organiza la manifestación de la mañana, centró su convocatoria en la lucha por los derechos de las mujeres racializadas y migrantes, reivindicando un feminismo más inclusivo que no deje fuera a quienes históricamente han sido invisibilizadas.
El lema que utilizará la Comisión 8M este año, «Feministas antirracistas, ¡a las calles! Nos va la vida en ello», refleja la urgencia de visibilizar las injusticias que enfrentan las mujeres en España y en el mundo en general. A partir de las 12:00, desde Atocha, miles de mujeres marcharán por el centro de Madrid para dar visibilidad a las demandas de las mujeres no blancas y migrantes, pidiendo una sociedad más justa y equitativa.
Por otro lado, el Movimiento Feminista de Madrid, que lidera la marcha de la tarde, mantiene su enfoque en la lucha contra el patriarcado, sin desviar su atención hacia otros problemas que consideran secundarios dentro del marco de la lucha feminista. Bajo el lema «Mujeres en lucha contra el machismo global», esta manifestación se concentrará en las 19:00 desde Cibeles, poniendo el foco en el machismo estructural y las políticas patriarcales, con un mensaje más centrado en la lucha por la igualdad de género a nivel global.
Aunque ambas marchas comparten una visión común de la lucha feminista, sus enfoques totalmente disidentes demuestran, sin embargo, cómo el feminismo sigue siendo un espacio plural con diferentes interpretaciones sobre cómo alcanzar la igualdad. El 8M sigue teniendo un objetivo, la conmemoración de los objetivos alcanzados por miles de mujeres luchadoras a lo largo de los años, el enfoque que le quieran dar no debería distraer la atención de la verdadera celebración.
Feminismo clásico vs. feminismo interseccional: las posturas enfrentadas
Contradictoriamente, las diferencias entre ambos grupos parecen irreconciliables y cada vez más notorias. Mientras que el feminismo clásico sigue luchando contra el patriarcado y la opresión de las mujeres dentro de una estructura social que consideran fundamentalmente misógina, el feminismo interseccional amplía el foco para incluir otras formas de opresión que afectan a mujeres migrantes, racializadas y trans.
Esta ampliación en los objetivos de lucha, es justamente lo que ha generado la fractura dentro del movimiento, ya que muchas feministas consideran que un sector lo que busca es diluir el concepto de «mujer» y expandir la lucha a otras causas, podría restar fuerza a los avances alcanzados en términos de igualdad de género. Por otro lado, el sector de las feministas interseccionales, la lucha contra el patriarcado no puede entenderse sin abordar también otras formas de discriminación, como el racismo y la transfobia, que afectan de manera única a determinados grupos de mujeres.
Este debate ha dividido al movimiento, se trata de una lucha entre lo clásico que lucha por mantenerse y lo nuevo que lucha por instaurarse. Algunas feministas tradicionales denuncian que al incorporar estas nuevas luchas se pierde el foco en la opresión patriarcal, mientras que las feministas interseccionales argumentan que, sin reconocer estas realidades, el feminismo se vuelve incompleto e incapaz de generar un cambio real en la vida de todas las mujeres.
¿Unidad imposible? Lo que está en juego en la lucha feminista
El 8M de este año pone en evidencia la necesidad urgente de encontrar una forma de unidad dentro del feminismo, que, a pesar de las diferencias, sigue teniendo como objetivo común la lucha por la igualdad. Sin embargo, la división entre feminismos plantea serias dudas sobre la eficacia del movimiento y su capacidad para generar cambios reales en la sociedad.
España, un país donde el incremento de los crímenes machistas y la violencia de género se hacen de un espacio cada vez más destacado, la unidad del movimiento urge, ya que muchas mujeres siguen siendo víctimas y además se encuentran en una situación indefensión total.
Mientras el movimiento feminista sigue dividido, la derecha observa con atención el espectáculo de la fragmentación feminista, y las víctimas de las desigualdades de género, como la violencia machista o la brecha salarial, siguen sin una respuesta sólida y unificada.
Frente a tanta división, muchos se preguntan si es posible limar asperezas y reconstruir la unidad del feminismo en España. Para algunos defienden que las diferencias son inevitables y que el feminismo debe evolucionar hacia una lucha más inclusiva y diversa. Otros sectores, sin embargo, advierten que sin un discurso común, el movimiento pierde fuerza y aparece cada vez debilitado.
Lo único cierto es que la fragmentación interna está debilitando al feminismo en el país y en un momento en que su mensaje de igualdad y justicia social es más necesario que nunca.