¿Eres de los que disfruta de los dulces hasta morir? Pues esta información te interesa, porque te voy a enseñar cómo hacer tu propia “dosis” de donuts en casa. Y lo mejor es que te quedarán tan buenos que a lo mejor te arrepientes porque tus amigos no querrán irse. Así que toma papel y lápiz que este será uno de las mejores cosas que vas a leer hoy.
Si alguna vez has flipado con esos donuts esponjosos, doraditos y con un glaseado que te hace suspirar, esta receta es tu billete al paraíso. Nada de bollos tiesos ni masas que parezcan cemento, aquí vamos a por el oro. Te prometo que cuando los saques del horno, tus amigos no solo te van a pedir la receta, sino que igual montan un club de fans para que les hagas una tanda cada finde. Sí, lleva su ratito porque la masa necesita amor y tiempo, pero cuando los pruebes, vas a decir “vale, cada segundo ha merecido la pena”. ¡Delantal puesto, que arrancamos esta fiesta donuts!
2Paso 2: La forma perfecta y la fritura dorada
Cuando la masa esté gordita, toca darle caña otra vez. Amásala un poco para quitarle el aire, estírala con el rodillo hasta que tenga 1 cm de grosor y saca el artista que llevas dentro: corta los donuts con un aro (o un vaso si vas a lo casero) y usa una tapita para el agujerito del centro. Parecen mini flotadores, ¡y qué monos!
Ponlos en papel vegetal y déjalos reposar dos horitas más, que se pongan guapos. Luego, a freír: calienta aceite de girasol a fuego medio-bajo (si lo pones a tope, se queman por fuera y adiós). Mételos con el papel para que no se desinflen como globos pinchados y dale 20 segundos por lado. Cuando estén dorados, al papel absorbente ya flipar con el olorazo que sueltan. ¡Esto ya pinta a gloria, preciosa!