Malas noticias para los amantes de los museos, pero no de todos los museos, solo de aquellos que exhibían o exhiben restos humanos. El Ministerio de Cultura ha decidido retirar los restos humanos expuestos en los museos estatales, incluyendo la famosa momia guanche del Museo Arqueológico Nacional.
¿Te imaginas entrar a un museo y toparte con un esqueleto de hace mil años mirándote desde una vitrina como si fuera un maniquí vintage? Bueno, pues esa escena está empezando a cambiar. Cada vez más museos están diciendo “hasta aquí” a eso de exhibir restos humanos como si fueran trofeos, y todo por darle un poco más de respeto a quienes alguna vez fueron personas con sus vidas.
El debate no es de ayer, pero ahora está cogiendo carrera. Comunidades indígenas y activistas llevan años luchando para que devuelvan los restos de sus antepasados y les den un entierro decente, y los museos, que antes se escudaban en el “es por ciencia”, están empezando a replantearse el tema. Ya no vale eso de “qué curioso este cráneo”; ahora pesa más el respeto que la inquietud científica, y algunas vitrinas polémicas están empezando a vaciarse.
Así que si pensabas que ibas a ver cráneos, momias y esqueletos en tu próxima visita al museo, mejor prepárate para encontrar más carteles explicativos y réplicas en su lugar. ¿Es el fin de una era? Puede ser, pero también es el inicio de un enfoque más humano y empático hacia el pasado. Al final del día, la historia sigue siendo fascinante sin necesidad de que haya huesos reales de por medio.
Del museo al descanso eterno: la creciente presión por devolver los restos humanos
Desde hace siglos, los museos han guardado esqueletos, momias y cráneos como si fueran cuadros, jarrones o muestras artísticas, pero ahora hay grupos defensores de los derechos de los seres humanos, incluso aunque estén muertos, que reclaman respeto por sus restos. Comunidades indígenas, grupos étnicos y hasta los nietos de esos cuerpos expuestos están alzando la voz para que sus restos vuelvan a casa. No es solo cosa de ética, es dignidad pura: ¿quién querría que su abuela acabara de exposición en un museo al otro lado del mundo como si fuera un souvenir raro?
La cosa se ha puesto tan seria que sitios como el Museo Británico o el Louvre han comenzado a devolver restos a sus países. Ya no cuela eso de “los guardamos por ciencia”; la presión social está apretando fuerte, y los museos están dejando de ser cementerios con entrada. Es como un ajuste de cuentas con el pasado, y aunque sea poco a poco, esos huesos están encontrando por fin un sitio para descansar en paz.
De la curiosidad al respeto: por qué los museos están replanteando sus exhibiciones
Todos en algún momento hemos sentido curiosidad al ver una momia egipcia o un cráneo con su leyenda detrás. Pero lo que antes era un objeto de asombro, ahora se está mirando con lupa: ¿está bien tener cuerpos humanos en plan trofeo? Los museos se lo están preguntando muy en serio, y muchos ya han aceptado el reclamo de estos grupos y han empezado la devolución de restos a sus países de origen. No es que vayan a desaparecer del todo, pero el tema de exhibirlos como trofeos está perdiendo interés y fuerza.
Ahora estos temas se tratan con más respeto: algunos museos meten carteles con la historia y el contexto, mientras que otros los quitan y apuestan por réplicas o pantallas digitales. Se trata de enseñar sin tratar a esos restos como si fueran decoración. La historia sigue molando, pero con menos huesos en el medio.
¿Adiós a las momias y los esqueletos? Lo que significa este cambio para el futuro de los museos
Si los restos humanos desaparecen de las vitrinas, ¿qué nos queda? ¿Adiós a las salas de egiptología? ¿Se acabaron las visitas a los museos? Tranquilo, que no es para tanto. Los museos están encontrando nuevas formas de contar la historia sin necesidad de exponer cuerpos reales, se están apoyando cada vez más en la tecnología, por ejemplo para recrear momias y esqueletos y otros restos sin necesidad de exhibir a personas que nunca dieron su consentimiento para estar ahí.
Además, este cambio abre la puerta a nuevas narrativas. En lugar de centrarse en los huesos, los museos pueden explorar más la vida, la cultura y las costumbres de estas civilizaciones. Imagínate recorrer una exposición interactiva donde puedas ver cómo vivían los antiguos egipcios, en lugar de solo mirar un cuerpo envuelto en vendas. Así que sí, puede que digamos adiós a los restos humanos en vitrinas, pero no al asombro y la curiosidad que nos hacen amar la historia.
