Y es que las cajeras de Mercadona siempre están a tope. Este tipo de situación ocurre con más frecuencia de lo que imaginas y nos puede ocurrir a todos, porque después que estamos en la caja para pagar nos damos cuenta de que no llevamos suficiente dinero o simplemente porque no llegamos a fin de mes. El caso es que situaciones como esta expone el lado humano de todos, incluso de las cajeras de supermercados, y esta historia lo demuestra. Si quieres saber el final de la historia, sigue leyendo.
Un momento de apuro en la línea de caja. Hacer la compra es un plan tranquilo para casi todos, pero a veces se convierte en un mini drama, sobre todo cuando llegas a la caja y te das cuenta de que el monedero no da más de sí. Eso le pasó a un abuelito en Mercadona, que llegó con sus cositas básicas (pan, leche, lo típico) y, al ir a pagar, se encontró con que le faltaba un eurillo y pico. Imagínate la cara de apuro, pobre hombre, pensando “¿qué dejo ahora?”. Podría haber sido un mal rato de los gordos, pero la cajera que lo atendió dijo “ni de coña” y cambió el guion por completo.
3Pequeños gestos que hacen la diferencia
Estas movidas son como un rayito de sol en un día gris, ¿sabes? Da igual si es una cajera echando una mano con sus euros o un cliente aleatorio que se lanza a salvar el día; esos gestos pequeños son los que te levantan el ánimo y te hacen creer que no todo está perdido. Así que, la próxima vez que estés en la cola del súper, fíjate bien, que igual te toca ver una de estas historias en vivo y te saca una lagrimilla de las buenas. ¡La humanidad mola cuando hace este tipo de cosas!