Los 28 días del mes de febrero, otro de los grandes misterios de la humanidad, pero que afortunadamente tiene una explicación de lo más sencilla, sólo hay que volver atrás en la historia para entender el fenómeno. Y es que con bastante frecuencia la historia tiene respuestas para muchos misterios actuales, pero parece que nos da “flojera” leer.
¿Te has parado alguna vez a pensar por qué febrero es el enano del calendario? O sea, ¿por qué no le tocó a enero o a agosto ser el corto del grupo? Pues la movida viene de lejos, de cuando los romanos se liaron con sus cuentas y nos dejaron este legado. Vamos a hacer un viajecito al pasado para flipar con cómo febrero acabó siendo el de los 28 días, ¡que tiene su historia y todo!
2El calendario juliano: ajustando los días
El invento de Numa estaba bien, pero seguía siendo un desastre para las estaciones. Entonces llegó Julio César en el 46 aC, con su aire de «yo arreglo esto», y creó el calendario juliano. Aquí ya se puso serio y dijo: «Vamos a contar 365 días y a olvidarnos de la luna». Así que todos los meses se llevaron sus días bien puestos, pero febrero se quedó con sus 28 de siempre.
Eso sí, como el año solar tiene ese cachito extra (unos 0,2422 días), Julio metió el truco del año bisiesto: cada cuatro años, febrero gana un día y se pone en 29. Un detallazo para que no se nos descuadren las estaciones y podamos seguir celebrando la primavera cuando toca. Así que febrero siguió siendo el pequeño, pero con un bono cada tanto.