Seguramente cuando visitas un hospital, lo último en lo que te fijas es en los espejos de los ascensores, y es completamente normal, es un lugar que se asocia con preocupaciones, por lo que no hay mucho tiempo para mirarse en el espejo y mucho menos para fijarnos si hay un espejo o no dentro del ascensor.
Los ascensores son como mini universos: entras, te miras al espejo, te arreglas el pelo y listo. Pero, ¿te has dado cuenta de que en los hospitales ese espejo brilla por su ausencia? No es que se hayan olvidado de ponerlo ni que estén ahorrando en decoración. Hay razones súper interesantes detrás de esta movida, y te las cuento con mi estilo desenfadado y sin rollos raros. Prepárate para flipar un poco.
3Un toque humano: cuida cómo te sientes
Y aquí va el motivo estrella: los hospitales piensan en tu cabeza tanto como en tu cuerpo. Si te miras en un espejo cuando estás pachucho, con ojeras o una vía en el brazo, puede bajar el ánimo más rápido que un lunes por la mañana. Los espejos en ascensores normales son geniales para sentirte seguro o menos encerrado, pero en un hospital prefieres ahorrarte ese momento incómodo. Es como si dijeran: “tranqui, aquí no necesitas verte, solo sentirte cuidado”. Y oye, tiene su lógica, porque a veces un reflejo no es el mejor amigo en esos días.
Así que ya lo pillas: los ascensores de los hospitales pasan de espejos para que no te rayes viéndote y porque, total, tienen espacio y otras prioridades. La próxima vez que subas a uno y no te encuentres mirándote, piensa en este detalle tan curioso y humano. ¿Te habías fijado antes?