El conflicto entre animalistas y ganaderos por los ataques de los lobos, se ha convertido en una historia sin fin y lo peor es que el tema pica y se extiende al no encontrar puntos de encuentro. Tanto ganaderos como animalistas representados por agrupaciones como el Partido Animalista Contra el Maltrato Animal (PACMA), han generado sendos debates en los últimos años que han captado la atención de todo el país, llegando incluso a dividir opiniones.
Los recientes ataques de lobos en la Sierra de Madrid le han inyectado vida a los debates. PACMA, ha emitido recientemente un comunicado donde ha sido muy crítico con los ganaderos, sugiriendo que deberían asumir los costes derivados de los ataques de lobo sin depender de fondos públicos, una solicitud que pone en jaque al sector ganadero español. Además, el partido animalista ha acusado a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, de «matalobos» por proponer la caza controlada del lobo.
Por otro lado, la postura de los ganaderos, representados por organizaciones como Unión de Uniones, es que la protección del lobo no puede recaer exclusivamente sobre ellos. Para el sector, los ataques de lobo afectan gravemente a sus ganaderías, y además el número de ataques se ha incrementado en los últimos años considerablemente. Los ganaderos insisten en que se debe encontrar un modelo de convivencia entre las actividades ganaderas y la conservación del lobo, sin que esta última amenace sus medios de vida.
Y por si fuera poco, el reciente cambio en la legislación europea sobre el lobo, con una reducción de su protección, ha sido un tema candente, no sólo en España sino en Europa. Aunque en España la caza sigue prohibida, la situación sigue siendo insostenible para algunos sectores ganaderos, que exigen una respuesta más efectiva para minimizar los daños, una exigencia que sólo se ha quedado en palabras ya que el gobierno todavía no se pronuncia sobre el tema.
Lo cierto es que la postura de los grupos ecologista es bastante clara, defienden la teoría de que la solución del problema no está en matar lobos, sino en mejorar las medidas preventivas para proteger al ganado.
El impacto de los ataques de lobos en los rebaños españoles: pérdidas económicas y amenazas para la ganadería
El incremento de los ataques de los lobos al ganado español se ha convertido en un problema que se extiende y afecta a cada vez más sectores. Lo que muchos ambientalistas ven como hechos aislados e incluso “sin importancia”, no sólo está causando estragos en el sector ganadero, sino que podría afectar gravemente la economía de muchas zonas rurales.
En Galicia, Castilla y León y Madrid, las cifras de reses muertas por estos animales salvajes se han disparado, llevando a los ganaderos a enfrentarse a pérdidas económicas millonarias, y para oscurecer el panorama, es dinero que casi nunca recuperan. El número de animales atacados ha aumentado un 52 % en los últimos años, lo que supone un golpe duro para los productores que dependen de la ganadería para sobrevivir.
Además, el ataque no se limita solo al ganado; incluso los perros pastores, esenciales para proteger las reses, están siendo víctimas de estas manadas de lobos descontrolados, sin mencionar el resto de animales que se encuentran expuestos a estos ataques, lo que pone aún más presión sobre los ganaderos.
Pero lo verdaderamente grave de la situación es que no solo es el daño económico lo que preocupa a los ganaderos, también está en juego la sostenibilidad de sus explotaciones, lo que se traduce en desempleo y un incremento de pueblos abandonados. Muchos se sienten impotentes ante un sistema de protección del lobo que consideran “excesivo” y desajustado a la realidad del campo. Los ataques están llevando a algunos a abandonar sus tierras y como consecuencia la actividad ganadera, lo que amenaza con vaciar de vida de los pueblos y comunidades rurales.
Mientras tanto, el debate sobre el equilibrio entre la conservación del lobo y la supervivencia de la ganadería sigue siendo un tema candente, dejando a los ganaderos atrapados en una situación donde deben convivir con los lobos, pero también con el miedo a perder todo lo que han construido, por un reglamento que no está ajustado a la realidad, sino basado en “supuestos ambientales” de grupos activistas.
La respuesta de los ganaderos: un grito de auxilio frente a la inacción de las autoridades
Los ganaderos están al límite, y con razón. Llevan meses (o mejor dicho, años) pidiendo soluciones mientras ven cómo sus animales sufren ataques y sus explotaciones quedan al borde del desastre. Pero lo que más les frustra no son los lobos, los jabalíes o cualquier otra amenaza en el campo, sino la pasividad de quienes deberían estar protegiéndolos. Hartos de esperar, han decidido hacer ruido con protestas, manifestaciones y declaraciones contundentes. No piden milagros, solo medidas eficaces y rápidas que les permitan trabajar sin el miedo constante de que su ganado sea el próximo en la lista de bajas.
Y ahí es donde entra la Unión Europea, el gran árbitro en este partido. Los ganaderos exigen que se dejen de papeleos eternos y actúen de una vez. Más compensaciones por los daños, estrategias de control de especies que afectan a la ganadería y, sobre todo, normativas que no los dejen vendidos ante esta situación. Porque, seamos sinceros, no se puede competir en igualdad de condiciones si unos cumplen todas las reglas y otros (ya sean depredadores naturales o mercados internacionales) juegan con ventaja. Así que el grito de auxilio está lanzado: ahora falta ver si alguien en los despachos lo escucha.
La postura de la UE: ¿Qué soluciones están siendo discutidas para resolver el conflicto?
Mientras tanto en Bruselas, el debate se mantiene (cómo es la costumbre últimamente). La Unión Europea quiere encontrar el equilibrio perfecto entre proteger la fauna y no dejar a los ganaderos en la estacada, pero la solución no es tan sencilla como parece, ya que son muchos los intereses que están en juego.
Algunas propuestas incluyen aumentar las compensaciones por ataques al ganado, reforzar la vigilancia en zonas conflictivas e incluso revisar el estatus de protección de ciertas especies, lo que se traduce en grandes cantidades de dinero. Y por si fuera poco y como es costumbre, las decisiones avanzan a paso de tortuga burocrática, y mientras tanto, los ganaderos siguen lidiando con pérdidas y normativas que muchas veces parecen escritas desde un despacho sin vistas al campo, que es la gran molestia del sector ganadero español.
Eso sí, la UE insiste en que está trabajando en un plan «justo y equilibrado» (sus palabras, no las nuestras). ¿Qué significa esto? Pues básicamente que quieren seguir protegiendo a los lobos y demás fauna salvaje, pero sin que los ganaderos tengan que pagar el precio. Se habla de ayudas económicas, asesoramiento técnico y hasta soluciones innovadoras como vallados inteligentes y tecnología de monitoreo. El problema es que, por ahora, hay muchas palabras y pocas acciones concretas. Y claro, los ganaderos no pueden alimentar a sus animales con promesas.