«Obligada con 50 hombres»: las exempleadas de Torbe lo desvelan todo en el programa de Cuatro ‘Código 10’

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La industria de entretenimiento para adultos en España ha estado muchas veces en la mesa de la polémica por casos muy oscuros. El programa Código 10 de Cuatro en su emisión del martes, volvió a tocar este tema, trayendo al frente de la entrevista a Amor Roma y Aris Gómez, dos exempleadas del productor pornográfico Ignacio Allende Fernández, conocido como Torbe.

Las dos exempleadas denunciaron una serie de abusos, coerción y negligencia que dejó atónitos a todos. En sus testimonios detalla cómo de forma inhumana fueron obligadas a mantener encuentros sexuales con decenas de hombres —algunos infectados con enfermedades de transmisión sexual (ETS)—, sin contar con atención médica, seguro, ni posibilidad de negarse, por cláusulas de contratos. Código 10 deja en evidencia el modus operandi de Torbe, quien fue detenido recientemente en el aeropuerto de Barajas por una aparente agresión sexual. 

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Manipulación, control y abusos ejercía Torbe sobre sus empleadas

Manipulación, control y abusos ejercía Torbe sobre sus empleadas. Fuente: Imagen de Cuatro

Torbe tiene años siendo referente en la industria de entretenimiento para adultos, pero su vida ha estado llena de polémica gracias a su modus operandi. El productor pornográfico Ignacio Allende Fernández ha operado bajo una estructura de control psicológico y físico. 

Según una de sus exempleadas, Amor Roma, el productor Torbe se dedica a tratar a las mujeres como “productos”, valiéndose de la manipulación para minimizar la autonomía y autoestima de las mujeres. “Te hace sentir mal con tu físico, te grita si te niegas a grabar”, decía Amor Roma. También describió el miedo que sentían ante las represalias que las mantenía atadas en un ciclo de explotación.  

Las víctimas, generalmente mujeres menores de 25 años, eran reclutadas mediante ofertas engañosas de trabajo. Aris Gómez postuló para un puesto de camarera; ya en la entrevista descubrió que se trataba de un engaño para grabar material pornográfico sin su consentimiento. Estando dentro del lugar, eran vigiladas las 24 horas; el productor les ofrecía fama y dinero a cambio de silencio y trabajo.  

Al tenerlas viviendo en un entorno aislado, sin garantías y bajo chantajes, las mujeres cedían a exigencias cada vez más extremas, como, por ejemplo, tener encuentros sexuales sin protección o con hombres infectados. 

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