El rey Juan Carlos se encuentra atravesando uno de los momentos más duros de su vida; la reciente muerte de su gran amigo, Karim Aga Khan IV, ha dejado al monarca emérito sumido en una profunda tristeza y soledad. Esta despedida marca el fin de una amistad que duró más de ocho décadas, y con ella, se evidencia el aislamiento y la fragilidad que acompañan al padre de Felipe VI en esta etapa de su vida.
Quedó en el pasado aquel que fuera un hombre poderoso y carismático, hoy, el rey emérito enfrenta el paso del tiempo, las pérdidas personales y el peso de su exilio en Abu Dabi. La muerte de su amigo y el impacto de esta despedida, su vida en soledad y la relación que siempre mantuvo con Karim Aga Khan IV.
4El peso de las pérdidas y el paso del tiempo
Con el paso de los años, atrás ha ido quedando la imagen de fortaleza que proyectó Juan Carlos I a lo largo de su reinado, la acumulación de pérdidas y la muerte reciente de Aga Khan, han dejado al monarca en un estado de fragilidad emocional considerable. A sus 85 años, el emérito se enfrenta a la realidad de un futuro cada vez más limitado y con la ausencia de aquellos que durante años le acompañaron.
El reciente adiós a su amigo de la infancia ha sido un golpe especialmente doloroso, no solo por la relación que tenían de cercanía, sino porque también recuerda al emérito que debe confrontarse con su propia mortalidad. La imagen del padre de Felipe VI, apoyado en su bastón y con el rostro demacrado, es un reflejo de las huellas que han ido quedando en su cuerpo y espíritu a lo largo de los años.