Carmen Posadas (Montevideo, 1953) es una de las escritoras con mayor personalidad propia en nuestro país. Con más de 20 novelas en su trayectoria, ha cultivado también el ensayo, el artículo de opinión, el teatro y el guion cinematográfico. En la actualidad está de promoción con su nueva novela, El misterioso caso del impostor del Titanic (Espasa) donde convierte a la mismísima Emilia Pardo Bazán en detective.
Pregunta: ¿Por qué un libro sobre el Titanic?
Carmen Posadas: Bueno, te cuento un poquito cómo surgió la idea de esta novela. No se me ocurría nada que escribir y un día, en la presentación del libro de Julia Navarro, me tocó hablar a un juez, ya sabes que los jueces tienen historias increíbles.
Pregunta: Bueno, en la prensa nos pasamos la vida persiguiéndolos
Carmen Posadas: Por eso te digo, entonces, es amenísimo hablar con ellos, este señor me contó un montón de historias y, entre ellas, me dijo que era un devoto del Titanic.
Pregunta: ¿Y qué juez era? ¿Lo podemos saber?
Carmen Posadas: El juez Marchena. Entonces empezamos a hablar del Titanic y me contó la siguiente historia. En el Titanic iban 10 españoles, de los 4, 7, mejor dicho, de los 10, sobrevivieron 7 y 3 perdieron la vida, los 3 eran hombres. El cadáver de uno se pudo recuperar, pero los otros dos nunca se recuperaron los cuerpos. Eran dos pasajeros de primera clase, uno de Madrid y otro, un asturiano que vivía en Cuba. Y entonces, las familias, cada una por su lado, tomaron la determinación de comprar uno de los muchos cadáveres que flotaban alrededor del naufragio del Titanic.
Pregunta: Es tremendo eso
Carmen Posadas: Sí, y hay que explicar esto, porque suena muy raro. Tenían una buena razón para comprar un cadáver, la idea era comprar este cadáver y enterrarlo como si fuera su pariente. La razón es la siguiente, porque en aquella época, estamos hablando del año 1912, cuando alguien moría y no se recuperaba el cuerpo, no se podía dar por muerta a esa persona hasta que pasaran 20 años, lo cual causaba muchos problemas a la familia. Se bloqueaban todas las cuentas bancarias, la viuda no se podía volver a casar, y entonces, tanto este señor de Madrid como el otro de Asturias, que vivía en Cuba, su familia compra cadáveres. La historia, en El misterioso caso del impostor del Titanic, empieza 10 años después del hundimiento del barco, cuando, en su mansión de La Habana aparece un señor diciendo ‘soy fulano de tal, soy tu marido’ y la viuda se queda encantada porque, en efecto, se parece a su marido, habla con su marido, y ella está convencida de que se ha salvado. Le ha contado toda una historia de cómo lo rescataron unos pescadores de focas, lo cual le encaja, porque alrededor del Titanic se sabe que hubo un barco de pesquero de pesca clandestina que se dedicaba a cazar focas, y su mujer se lo cree.
Pero su hermana, que vive en Asturias, no está tan convencida de que este señor sea su hermano, y encarga el caso a dos detectives muy particulares, que resultan ser, uno, doña Emilia Pardo Bazán, casi nada, y otro, su personaje, Ignacio Selva, y ahora te tengo que contar por qué he encargado este caso a doña Emilia Pardo Bazán, porque ella era una devota de las novelas negras.
«LIGAR MUCHO CUANDO ERES BELLA NO TIENE MÉRITO»
Pregunta: Que, curiosamente, no es la parte de ella que más ha sobrevivido a la historia, al imaginario colectivo
Carmen Posadas: Claro, es famosa por Los Pazos de Ulloa, por La Madre Naturaleza, por Insolación, montones de magníficas novelas, escribe muchísimas, pero, entre ellas, está La Gota de Sangre, que es una novela pionera en el género.
Una de las razones por las que ella decidió escribir esta novela, era porque era lectora de Sherlock Holmes y decía que ese personaje era muy plano y ella iba a elegir un detective mucho más humano, con más poliédrico y con más profundidad psicológica. Y entonces miró a su alrededor y se fijó en un amigo suyo, que se llamaba Ignacio Selva, que era un caradura, un playboy, un vividor, pero tenía su corazoncito…
Pregunta: Bueno, lo que le gustaba a doña Emilia, porque la vida sentimental de la Pardo Bazán fue muy intensa
Carmen Posadas: Por eso a ella le gustaban mucho los señores, y sobre todo los señores guapos, como Ignacio Selva. Así que lo convierte en el protagonista de esta novela que se llama La gota de sangre. Así que yo, cuando pensé quién va a investigar el misterioso caso del impostor del Titanic, dije, ya tengo a mis detectives, por un lado, va a ser doña Emilia Pardo Bazán y, por otro lado, este chico que era tan amigo suyo y al que ella convirtió en detective.
«Gracias a la inteligencia artificial hay muchísimos diagnósticos médicos que se van a simplificar mucho o encontrar información, o incluso para nosotros los novelistas te encuentran todo tipo de documentación para cosas que te son muy útiles, pero la diferencia con otros adelantos que ha tenido el ser humano hasta el momento es que la inteligencia artificial aprende y ella decide2.
Pregunta: ¿Y qué relación tenías tú con el Titanic?
Bueno, mi primer contacto con el Titanic era en casa porque en él iban tres uruguayos, se murieron todos, por cierto, pero había sobre todo un señor que se llamaba Artagoitia, que era amigo de la familia y siempre nos contaban cómo este señor que había naufragado previamente le había cogido muchísimo miedo al mar, había decidido que, claro, vivir en Uruguay en aquella época, cuando los aviones estaban todavía en pañales, tenías que tomarte un barco necesariamente si querías venir a Europa. Así que decidió que para quitarse el miedo se iba a embarcar nada menos que en el Titanic. Lo más curioso del caso es que cuando se produjo el choque, él, en vez de ponerse nervioso, se quedó tranquilísimo y dijo ‘no, no, es que esto no se parece nada a lo que yo viví a bordo del otro barco, además estamos en el barco más seguro del mundo, esto tiene compartimientos estancos, es un palacio flotante, me voy a la biblioteca y me tomo un whisky’. Y, en efecto, se tomó un whisky y acabó en el fondo del mar.
Pregunta: Con el Titanic, que es muy fácil por la fecha en la que ocurre, en 1912, hacer una especie de metáfora del hundimiento de toda una forma de entender el mundo. ¿Cuál crees que sería nuestro Titanic?
Carmen Posadas: Me sospecho que va a ser la inteligencia artificial, porque es verdad que todavía está en pañales y que además que es un arma de doble filo, en ese sentido también se puede parecer el Titanic, que era el transatlántico más lujoso, como hemos dicho antes, un paraíso flotante, cumplía la función de unir dos continentes, etc., pero luego tenía su lado negativo. Y ocurre lo mismo con la inteligencia artificial. Gracias a ella hay muchísimos diagnósticos médicos que se van a simplificar mucho o encontrar información, o incluso para nosotros los novelistas te encuentran todo tipo de documentación para cosas que te son muy útiles, pero la diferencia con otros adelantos que ha tenido el ser humano hasta el momento es que la inteligencia artificial aprende y ella decide.
Pregunta: Te preguntaba antes, ¿qué relación tenías con la figura de doña Emilia Pardo Bazán? Es evidente que es una figura que conoces hasta el punto de convertirla en personaje de novela. Para mí doña Emilia Pardo Bazán era la autora de Los Pazos de Ulloa, y de un montón de novelas importantes del XIX, pero luego cuando te haces adulto, y te acercas a ella, ves que es mucho más divertida y mucho más entretenida de lo que te contaban
Carmen Posadas: Yo la conocí en el colegio igual que tú, luego le perdí la pista y la reencontré en la pandemia y entonces ahí, que tenía mucho tiempo para leer, para mí fue una fiesta, porque empecé releyendo Los Pazos de Ulloa e Insolación, que eran las dos que yo había leído, y a partir de ahí me lo leí todo, porque es maravillosa, y entonces descubrí que, aparte de ser una grandísima escritora, era un personaje, era más tronchante.
Una de las cosas que más me gusta de ella es que no se le ponía nada por delante, o sea, todo lo que se propuso lo consiguió, ella no había ido nunca al colegio, ya que yo, siendo catedrática de universidad, entró en el Ateneo, lo único que no consiguió, mira tú, fue entrar en la Academia.
Pregunta: He visto en las entrevistas que has dado sobre el libro, que te llamaba mucho y recalcas mucho el éxito que tenía, hay que decirlo, a pesar de que no era la mujer más atractiva del mundo, hablas directamente, era fea, Doña Emilia Pardo Bazán
Carmen Posadas: Sí, ya sé que es políticamente incorrecto decir que era fea, pero que tú ves la foto y no hay duda posible, no era la Venus de Emilio, ¿verdad? Sin embargo, tenía un éxito arrasador.
ESPÍAS Y BEATIFUL PEOPLE
Pregunta: Que se lo digan a Don Benito Pérez Galdós
Carmen Posadas: Claro, a Don Benito Pérez Galdós, a un conde ruso, a un bailaor gitano guapísimo, como que era como 20 años más joven que ella, y a mí me admira, porque, claro, ligar cuando eres guapa lo hace cualquier tonta, eso no tiene mérito ninguno. Lo difícil es tener éxito con ese físico, tienes que ser muy geniosa, muy inteligente y divertida.
Pregunta: Yendo hasta el físico, me acuerdo, yo te hice una y me contaste una anécdota que se me quedó grabada, que, en uno de tus primeros libros, creo que fue con Cinco Moscas Azules, un crítico escribió: “La novela es estupenda, no se fijen en la foto de la autora, porque la novela de verdad que es estupenda”. Claro, y uno piensa en Doña Emilia y eso de la suerte de la fea, la guapa la desea. En tu caso, tu hándicap a veces ha sido esa propia crítica, es una señora demasiado atractiva para escribir tan bien, no miren la foto
Carmen Posadas: Sí, un crítico muy amable dijo eso, y otro crítico no tan amable dijo, Carmen Posadas es la dueña de esas piernas tan buenitas, y yo digo, ya empezamos mal. A partir de ahí, el resto no interesaba. No me dejaba fatal, pero es cierto, muchas veces los prejuicios funcionan no solamente de abajo arriba, sino también de arriba abajo, y yo he sufrido mucho de eso que llamamos el piropo terrorista, que es que te alaban algo de tu físico para restarte méritos en lo intelectual.
Pregunta: También, en otra de las charlas que tuvimos, me dijiste, haber sido un personaje, de manera involuntaria, de la prensa rosa, “no me ayudó a vender libros, me habría ayudado a vender baldosas., me dijiste”, pero ahora los presentadores de televisión, los cocineros, los influencers, todo el mundo escribe libros, y las editoriales deben estar encantados porque se debe vender muy bien
Carmen Posadas: Es que el mundo ha cambiado. Yo cuando empecé a escribir, date cuenta de que yo empecé a escribir hace 43 años, o sea, ha llovido mucho. En aquella época, había como un cliché de cómo tenía que ser una escritora.
Entonces, una escritora tenía que usar unas faldas muy largas, gafas, a ser posible, pelo blanco, boina, porque como Carmen Martín Gaite usaba boina, esto era casi perceptivo. Y claro, yo iba con minifalda, tú comprendes que yo no daba el prototipo de escritora, nadie me tomaba en serio. Por suerte eso ha cambiado, ahora hay escritoras con minifalda, hay escritoras con boina, hay escritoras viejas, mayores.
Miguel Boyer se casa con Isabel Preysler, entonces ahí se crea un puente entre las páginas de las revistas del corazón y el mundo de los ministros y de los responsables del gobierno, pero ahora ese puente no existe
Pregunta: En aquel momento te incluyeron en esa masa social llamada Beautiful People, y da la sensación de que eso se ha quedado, arrinconado, pero ¿hay una nueva Beautiful People o fue algo de aquel momento del gobierno de Felipe González que se ha quedado ahí?
Carmen Posadas: Bueno, ahora hay otras etiquetas distintas. Eso fue un momento muy concreto, en que justo coincide con la llegada de los socialistas al poder, y, además, claro, Miguel Boyer se casa con Isabel Preysler, entonces ahí se crea un puente entre las páginas de las revistas del corazón y el mundo de los ministros y de los responsables del gobierno, pero ahora ese puente no existe.
Pregunta: Siempre he dicho, Carmen Posadas, que a la hora de escribir y de describir las situaciones, los personajes, nunca has querido escribir sobre esa etapa, porque habría mucha gente que estoy seguro de que lo leería y mucha gente que lo leería diciendo a ver qué dice Carmen
Carmen Posadas: Claro, pero precisamente por eso, entonces como lo iban a leer con morbo, pues se van a quedar con las ganas.
Pregunta: Entiendo que tú tuviste acceso a muchos personajes como el Rey Emérito, ¿Cómo has visto esa evolución?
Carmen Posadas: Bueno, yo soy uruguaya, entonces difícilmente puedo ser monárquica, porque no está mi esquema mental, o sea, yo he crecido con la idea de que los reyes y las princesas eran una cosa como de cuento de hadas. Debo decir que, por otro lado, pienso que es una institución que ha rendido servicios importantes, o sea, si te fijas, buena parte de los países más avanzados son monarquías, de las economías punteras del mundo también, o sea, que no voy a denostar eso, pero yo, como institución, no me siento reflejada. Y en cuanto al rey emérito, pienso, como todo el mundo, que, si se hubiera muerto antes del episodio del elefante, habría pasado la historia como el rey más importante. Era muy simpático, muy divertido, tenía el don de romper el hielo, o sea, claro, cuando la gente está delante del rey, tampoco aterrorizada, porque no sabes cómo saludar a un rey, te dice un chiste y te desarma. Era un tipo muy carismático.
Pregunta: En el momento en que publicaste el libro, empezaron a filtrarse los famosos audios del rey emérito con Bárbara Rey, y ella te preguntaba por eso, y en la respuesta, creo que recuerdo que fue en la respuesta que le diste, o fue ella quien sacó el tema, dijiste que tú sabías lo que era sentirse espiada en ocasiones
Carmen Posadas: Me llamó la atención, porque claro, no es algo que viva todo el mundo, afortunadamente. Yo lo he vivido en dos momentos de mi vida. Una, cuando estaba casada con Mariano [Rubio, Gobernador del España], que teníamos el teléfono pinchado, pero cuando realmente lo viví en todo su esplendor, fue cuando mi padre estaba destinado en Moscú.Entonces, estábamos rodeados de espías por todos lados, y además, como ella era muy chapuza, pues, tenías la casa llena de micrófonos, y de repente, veías detrás de un cuadro que, ¡boing!, salía un micrófono.
Pregunta: ¡Mortadelo y Filemón!
Carmen Posadas: ¡Mortadelo y Filemón total! O que de repente estabas durmiendo y se oía una música trepidante, o una discusión acalorada, porque los rusos son muy pasionales, y era que los micrófonos se habían invertido y oíamos nosotros a los espías. Tenías que golpear la pared y decir, por favor, por favor, cállese.
Pregunta: La segunda parte, cuando lo viviste, entiendo que no era tan Mortadelo y Filemón, el entonces CESID
Carmen Posadas: No, no, no, era bastante desagradable, la verdad. Se te crea una especie de psicosis, o sea, no te atreves a hablar por teléfono. Yo, en esa ocasión, me acordaba a mi madre, porque mi madre, cuando vivía en Rusia, y luego nos venía a visitar aquí, de repente, decía algo en bajito. Y decía: “Mamá, estás en Madrid, puedes decir lo que quieras”. Le había quedado esa precaución.
Pregunta: El protagonista, el trasfondo de toda esta novela, no deja de ser la suplantación de la identidad, en el fondo. Tienes una especie de pasión por los impostores. (Ya hay un cuento tuyo, de los 80, que es La moral de un snob, creo recordar, que habla un poco también de ese perfil ¿De dónde viene esta fascinación por este tipo de gente?
Carmen Posadas: A mí me fascina, porque es que he conocido a muchas personas que han fabricado su personaje y algunos lo hacen muy bien y no lo notas, pero a otros les ves el cartón muchísimo. Entonces, a mí me divierte mucho, porque empiezo a hacer preguntas y empiezan a meter la pata y a decir cosas que no deben. Y dije, me parece que te he visto el barrio.