No hace falta decirlo una vez más, España tiene pueblos para todos los gustos, ya sea que te guste la nieve, o la arquitectura medieval, el mar o simplemente estar en un lugar tranquilo, lejos del bullicio de la semana, en España encontraras ese lugar. Si alguna vez soñaste con perderte en un lugar que parece salido de un cuento de hadas, como en los que aparecen en las historias de Disney, Albarracín es el destino que tienes que añadir a tu lista.
Este pequeño pueblo de Teruel es una joya escondida que bien podría ser el escenario de una película de fantasía al mejor estilo de Hollywood. Sus casas de tonos rojizos, que parecen brillar con fuerza bajo el sol, se mezclan a la perfección con sus callejuelas empedradas y estrechas, perfectas para perderse sin prisa.
Y no, no necesitas hacer un trekking hasta el mirador para disfrutar de vistas de postal, porque cada rincón de Albarracín es un espectáculo, y todo gracias a un yeso único mezclado con óxido de hierro que le da ese color tan especial. Lo mejor de todo es que, además de su aspecto mágico, este material ayuda a que las casas se mantengan en pie, firmes ante el paso del tiempo.
2Albarracín: historia viva entre castillos y callejuelas
La esencia medieval de Albarracín se respira en cada piedra, pero si hay algo que destaca es su impresionante castillo de origen árabe, uno de sus principales atractivos dicho sea de paso. Este gigante de piedra se alza orgulloso, testigo de la rica historia del lugar que incluso tuvo su propia taifa en tiempos musulmanes. Las murallas para muchos es la mejor parte, porque descienden (literalmente) por la sierra y ofrecen unas vistas que te dejarán sin aliento.
Pero si creías que Albarracín era solo historia antigua, te equivocas; sus calles están llenas de vida con rincones como la exclusiva catedral de azulejos brillantes, el antiguo Palacio Episcopal, y la icónica Casa de la Julianeta vista desde el Arco de Medina. Y, por supuesto, no puedes irte sin pasar por la Plaza Mayor, el corazón vibrante del pueblo, donde las terrazas invitan a disfrutar de la gastronomía local mientras te empapas de la atmósfera mágica. Pero nada como visitar y recorrer sus calles, porque nada de lo que te cuente ahora mismo le hace justicia a este encantador pueblo.
Albarracín no es solo un lugar para visitar, es un lugar para vivirlo, sentirlo y, sobre todo, ¡para querer volver una y otra vez!