¿Las etiquetas medioambientales realmente funcionan o solo son un distintivo de clases sociales? Las etiquetas medioambientales de la Dirección General de Tráfico (DGT) se han convertido en una herramienta clave para promover la movilidad sostenible. Sin embargo, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha encontrado un problema en el sistema. Según la organización, estas etiquetas, diseñadas para clasificar los vehículos según su impacto ambiental, no reflejan la realidad de las emisiones.
La OCU afirmó que el actual sistema de etiquetado beneficia a los vehículos más caros, otorgándoles acceso privilegiado a zonas de bajas emisiones, mientras que muchos de estos coches no cumplen con las expectativas de eficiencia y sostenibilidad. Esta situación ha llevado a la organización a solicitar una revisión urgente del sistema, proponiendo que las etiquetas se basen en la contaminación real y no solo en el tipo de motor.
1¿Por qué las etiquetas medioambientales están bajo la lupa de la OCU?
La OCU ha sido clara en su crítica: el sistema actual de etiquetas medioambientales no cumple con su objetivo principal de reducir la contaminación. En lugar de medir las emisiones reales de los vehículos, las etiquetas se asignan principalmente según el tipo de motor.
Esto ha creado una distorsión en la que algunos vehículos, como los híbridos enchufables, reciben la etiqueta “Cero emisiones” a pesar de que, en la práctica, su consumo de combustible y niveles de contaminación pueden ser mucho más altos de lo esperado.
La organización ha realizado estudios que demuestran cómo estos vehículos, en situaciones reales de conducción, dependen en gran medida de su motor de combustión interna, lo que aumenta su huella ambiental. Este fenómeno ha llevado a la OCU a calificar el sistema como una “licencia para contaminar”, especialmente para los propietarios de coches más caris que, paradógicamente, deberían ser más ecológicos.