La octava temporada de ‘La Isla de las Tentaciones’ (LIDLT) está batiendo récords de audiencia en Telecinco, dejando a los telespectadores totalmente enganchados a las relaciones turbulentas y las tentaciones que se viven en la paradisíaca isla. Pero, ¿qué ocurre realmente tras las cámaras? ¿Qué tan libre es la vida de los concursantes?
Muy recientemente, Claudia Martínez, ex participante del reality show y quien actualmente protagoniza un nuevo romance con un ex compañero de su misma temporada, arrojó un poco de luz sobre algunos aspectos menos conocidos para los espectadores y seguidores del programa durante una entrevista que tuvo lugar en el podcast “La Influencia Show”, conducido por Nacho Pla.
2Una visión sobre opiniones contrastadas
Todo es válido, es decir, cada quien está en su derecho de decir lo que quiera, pero las verdades no siempre son del todo coincidentes, por ejemplo, además de la versión de Claudia Martínez, existen otros ex concursantes que han ofrecido testimonio, generando con esto una interesante discrepancia sobre las normas del programa.
Hugo Paz, por ejemplo, dijo textualmente: “Nos daban un máximo de cuatro refrescos de limón o de naranja” ¿Un máximo?, Sí, un máximo. La gente se ponía que no veas,» aseguró, pintando un panorama de restricciones mucho más estricto de lo que Claudia describió.
Esta divergencia de opiniones nos plantea la posibilidad de que las ‘reglas’ sean flexibles, adaptadas a cada temporada o incluso a cada concursante, o que simplemente, la experiencia varía significativamente según la persona y sus percepciones.
Por su parte, otro ex participante, Diego James Lover, ofreció un punto medio en la controversia. “Era barra libre, pero con control,” explicó. “Cuando alguien estaba muy afectado simplemente no le daban más.”
Su testimonio entonces sugiere un cierto grado de supervisión por parte de la producción, lo que implica un compromiso no solo con el funcionamiento o desarrollo adecuado del programa , sino también con la salud y la seguridad de los participantes.