El posible fin de Muface pone en grave riesgo la viabilidad de la sanidad privada en España, con consecuencias devastadoras para los hospitales y empleos en este sector. Según un informe del Instituto para el Desarrollo e Integración de la Sanidad (IDIS), si el modelo no se renueva, se calcula que hasta 21 hospitales privados podrían cerrar debido a la pérdida de mutualistas. Esto afectaría a diversas provincias, donde la falta de cobertura sanitaria podría generar una reducción notable en la actividad de los centros hospitalarios, especialmente en aquellos que dependen de este colectivo de asegurados.
Además de la posible clausura de hospitales, la desaparición de Muface conllevaría la eliminación de más de 13.000 puestos de trabajo en el sector privado. La disminución en la demanda de servicios de salud privados afectaría directamente a los profesionales de la sanidad, y como consecuencia, a las empresas que dependen de este modelo. Las proyecciones indican que se perderían 5,9 puestos de trabajo por cada cama afectada, lo que provocaría una grave crisis laboral en el ámbito sanitario privado.
El impacto económico también sería significativo. La pérdida de empleo, junto con el cierre de hospitales, podría generar un déficit en los ingresos de los prestadores privados y afectar a otras industrias relacionadas, como la de gases medicinales y tecnología sanitaria. En términos fiscales, el Estado vería aumentados los gastos sociales debido al subsidio por desempleo y la reducción de la recaudación por IRPF. Todo ello contribuiría a la presión sobre un sistema público ya desbordado, lo que agravaría aún más la crisis sanitaria en el país.
Impacto en el sector privado: el cierre de hospitales y la pérdida de camas sanitarias
El informe del Instituto para el Desarrollo e Integración de la Sanidad (IDIS) alerta sobre las graves consecuencias que tendría el fin de Muface para el sector sanitario privado en España. Si este modelo se desmantela, se calcula que hasta 21 hospitales privados podrían verse obligados a cerrar, afectando especialmente a las provincias donde el número de mutualistas es elevado. Estos centros hospitalarios, que actualmente dependen de los mutualistas para cubrir parte de su actividad, perderían una importante fuente de ingresos y, por ende, no podrían mantener su operatividad a largo plazo.
La reducción de camas en los hospitales privados será otro de los efectos más inmediatos. Según los datos del informe de IDIS, se estima que la desaparición de Muface provocaría la eliminación de más de 2.140 camas en el sector privado. Esta disminución en la capacidad de atención de hospitalaria afectaría no solo a los mutualistas, sino también a los pacientes que utilizan el servicio privado para otros tratamientos. La saturación de los hospitales públicos, que asumirían a los mutualistas, podría generar aún más presión sobre un sistema ya colapsado.
El cierre de hospitales y la pérdida de camas también podrían tener un impacto negativo en otras áreas del sector sanitario privado. Empresas que suministran insumos médicos, gases medicinales o tecnología sanitaria verían una drástica reducción en su actividad. Además, la reubicación de pacientes y el aumento de la demanda en el sistema público generarían un desajuste económico considerable, ya que el coste de asumir a más pacientes podría superar los recursos disponibles.
La destrucción de empleo en el ámbito privado: más de 13.000 puestos en riesgo
El impacto del fin de Muface en el empleo dentro del sector sanitario privado sería devastador. Según el informe del Instituto para el Desarrollo e Integración de la Sanidad (IDIS), la desaparición de este modelo provocaría la pérdida de más de 13.000 puestos de trabajo en hospitales privados. Esta cifra se calcula a partir de la relación de camas afectada por la reducción del número de mutualistas. Con la disminución en la actividad hospitalaria, numerosos profesionales sanitarios perderían sus empleos, lo que generaría un fuerte golpe económico tanto a nivel personal como social.
La pérdida de empleos no se limitaría a los médicos y enfermeros, sino que también afectaría a otros sectores auxiliares vinculados al funcionamiento de los hospitales privados. Personal administrativo, técnico, de limpieza y de servicios generales vería cómo su puesto de trabajo se ve amenazado ante el cierre de centros y la disminución de la demanda. Esto generaría un efecto en cadena, dado que los hospitales privados también dependen de un gran número de trabajadores no directamente ligados a la atención médica, pero igualmente esenciales para su operativa.
Además, la desaparición de estos empleos tendría consecuencias significativas en las finanzas públicas. El informe de IDIS subraya que la pérdida de trabajo en el sector privado incrementaría la presión sobre el sistema de subsidios por desempleo, lo que a su vez aumentaría el gasto social. A nivel fiscal, el Estado perdería recaudación en concepto de IRPF, ya que los trabajadores del sector sanitario privado no contribuirían al sistema de la misma manera. La combinación de estos factores pondría en jaque la estabilidad económica, tanto a nivel individual como colectivo.
El futuro de Muface en el aire: incertidumbre sobre la licitación y la sostenibilidad del modelo sanitario privado para funcionarios
El futuro de Muface está marcado por una profunda incertidumbre debido a la falta de consenso en torno a la licitación que debe garantizar la cobertura sanitaria privada para más de 1,5 millones de funcionarios. A pesar de la prórroga de tres meses aprobada por el Gobierno, los términos de la nueva licitación, cuyo plazo finaliza el 15 de enero, siguen sin convencer a las aseguradoras.
Adeslas ya ha anunciado su negativa a participar, mientras que Asisa y DKV aún no han confirmado si presentarán sus ofertas, lo que aumenta la preocupación sobre la viabilidad del sistema. La falta de garantías para la continuidad de la cobertura sanitaria privada plantea serias dudas sobre cómo se resolverá la situación a partir de abril.
El modelo actual de Muface ha sido objeto de críticas por su falta de sostenibilidad. A pesar de los esfuerzos del Gobierno por aumentar las primas a las aseguradoras en un 33,5% y destinar un presupuesto adicional de 1.000 millones de euros, las compañías privadas siguen presionando para obtener mayores beneficios.
Este escenario ha llevado a algunos sectores a cuestionar si es adecuado mantener un sistema de sanidad privada financiado con fondos públicos, especialmente en un contexto donde las aseguradoras han mostrado poco interés en mantener el servicio bajo las condiciones propuestas. El debate sobre la viabilidad del modelo se intensifica mientras se guarda una resolución definitiva.
La ministra de Sanidad, Mónica García, ha sido una de las voces más críticas, proponiendo que los funcionarios sean reincorporados al sistema de sanidad pública. Según su planteamiento, redirigir los fondos de Muface hacia las comunidades autónomas permitiría mejorar la atención sanitaria pública, al mismo tiempo que se eliminaría la discriminación que supone que los empleados públicos tendrán acceso a un seguro privado con recursos del Estado.
Sin embargo, el Gobierno, representado por Óscar López, defiende que el modelo Muface sigue siendo viable y que el incremento de las primas es la única solución para garantizar la cobertura de los mutualistas. El desenlace de esta controversia marcará el rumbo de la sanidad pública y privada en España en los próximos años.