Tras años en los que los teléfonos inteligentes se han vuelto casi una extensión de nuestras manos, la necesidad de poder desconectar, de las redes, del trabajo y de las noticias, ha revivido los viejos celulares que solo tienen opción de llamar y recibir mensajes de texto. Estos han ido creciendo en búsquedas y ventas en los últimos años, de la mano del deseo de dejar de lado la presión constante que representan los teléfonos inteligentes en pleno 2024, y ha recibido un nuevo apodo, los ‘Dumbphones’, o ‘teléfonos tontos‘.
El término dumbphone «hace referencia a un tipo de dispositivo básico, con un nombre relacionado con el concepto de teléfono tonto, para hacer una distinción clara con los smartphones o teléfonos inteligentes, que ofrecen una gama muy amplia de funcionalidades y la posibilidad de instalar distintas aplicaciones», explica Silvia Martínez, profesora de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC, y directora del máster universitario de Social Media: Gestión y Estrategia, también de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
La decisión de recurrir a este tipo de estrategias habla de los problemas que genera para los usuarios esta nueva era digital. Es una forma de cortar de raíz con la hiperconectividad que se ha vuelto una pieza permanente del siglo XXI.
La clave de los dumbphones es que únicamente ofrecen funcionalidades básicas, por lo que eliminan de raíz los problemas relacionados con la hiperconectividad, más vinculada al uso de internet, de aplicaciones de mensajería, de redes sociales y de programas de productividad y entorno laboral, como el correo electrónico. «Pueden tener pantalla táctil a color, pero carecen de esas funcionalidades que nos ayudan a estar más conectados», añade la profesora, quien también es investigadora del grupo GAME.
LOS ‘DUMBPHONES’ EL REGRESO DE LA TECNOLOGÍA VINTAGE
Lo cierto es que no es difícil enmarcar este auge de los dumbphones entre las generaciones más jóvenes de Millenials con el regreso de los discos de vinilo o las cámaras polaroid. Es cierto que no pueden reemplazar del todo la nueva era digital, después de todo un teléfono y un ordenador ya no solo son objetos útiles, sino parte necesaria de la vida laboral o de las relaciones interpersonales.
Aun así, es cierto que de momento los principales clientes no son siempre tan jóvenes. En este sentido, los dumbphones «se orientan en su marketing a personas mayores que no se han adaptado a los smartphones y prefieren usar un terminal ‘de los de toda la vida’», explica César Córcoles, profesor de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación, y director del máster universitario de Desarrollo de Sitios y Aplicaciones Web de la UOC.
Sin embargo, también podrían tener tirón entre padres preocupados, precisamente, por la adicción a las pantallas de sus hijos. «Un segundo mercado que está surgiendo, ahora que se ha extendido un movimiento que quiere alejar a niños y preadolescentes de las pantallas, es el segmento de edad que va de los doce a los dieciséis años, con padres que preferirían aplazar el uso del smartphone hasta los dieciséis, pero que sí quieren que sus hijos tengan un teléfono móvil», añade el profesor, investigador del grupo Technology Enhanced Knowledge and Interaction Group (TEKING).
UNA RECOMENDACIÓN DEL GOBIERNO DE ESPAÑA Y DE LA OMS
En esta línea, el propio Gobierno de España, como respuesta al trabajo realizado por un grupo de medio centenar de expertos durante casi un año, ha recomendado que los menores de dieciséis años carezcan de un teléfono inteligente y opten, en todo caso, por un móvil que sirva simplemente para que sus progenitores o tutores legales puedan comunicarse con ellos cuando sea necesario.
Además, el grupo de expertos ha recomendado que los dispositivos móviles que se vendan en España incluya un aviso sobre la «peligrosidad» que pueden presentar en términos de adicción a las pantallas por parte de niños y adolescentes. Asimismo, establece una posible introducción progresiva de las pantallas en niños, en línea con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que sugiere la prohibición total en menores de un año y un uso de máximo una hora al día hasta los cinco años. El Gobierno, además, baraja elevar la edad mínima para registrarse en redes sociales de los catorce años actuales a los dieciséis.
Es difícil calcular cuántos dumbphones se venden en España actualmente, aunque el estudio de SPC recoge que el 12,2 % de los usuarios ya ha cambiado su teléfono inteligente por un «teléfono tonto». «Se está escuchando más esa tendencia de que las generaciones más jóvenes y digitales están buscando aproximarse a este tipo de dispositivos porque dedican muchísimo tiempo a estar conectados, ya que su vida gira en torno a esas aplicaciones a las que se conectan desde su móvil», apunta Silvia Martínez. «El hecho de carecer de estas opciones de conectividad les ayuda a marcar distanciamiento y a disfrutar mejor de su tiempo, con alternativas de ocio y distracción», añade la experta.