Y es que cuando las bromas se descontrolan, hasta el Ayuntamiento debe intervenir. En la ciudad de Bend, en el estado de Oregón, una broma popular ha dado lugar a un debate curioso que involucra a los vecinos, el sentido del humor y las finanzas públicas. Las autoridades municipales han lanzado un llamado a la comunidad para que dejen de poner ojos saltones en las estatuas y monumentos de la ciudad. Aunque muchos consideran que esta es una forma divertida de darle vida a las obras de arte públicas, el ayuntamiento asegura que la broma está teniendo consecuencias económicas no deseadas.
2El costo de la diversión
A pesar de la diversión que causa la broma, el portavoz municipal de Bend, René Mitchell, explicó que los adhesivos pueden afectar el revestimiento de metal de las estatuas y hacer que la restauración sea mucho más costosa de lo que muchos piensan. El dinero que se gasta en quitar los ojos saltones, y en general en reparar los daños provocados por estos actos, podría haberse destinado a proyectos más beneficiosos para la comunidad, como la mejora de infraestructuras o el apoyo a servicios públicos.
El mensaje del ayuntamiento también mencionó otros ejemplos de «decoraciones» no autorizadas, como coronas, collares de flores o gorros de Papá Noel, que, aunque puedan parecer inofensivas, también acarrean costos de mantenimiento y conservación para la ciudad.