Los santos ocupan un lugar especial en la tradición cristiana, siendo ejemplos de fe, virtud y entrega total a la voluntad de Dios. Su vida y obra inspiran a los creyentes a seguir el camino del bien y acercarse al Creador, ofreciendo un modelo tangible de cómo llevar una existencia orientada hacia el amor al prójimo y la esperanza eterna. Celebrar el santoral de cada día es una oportunidad para recordar las enseñanzas de estas figuras espirituales y rendir homenaje a quienes dedicaron su vida al servicio de Dios y de la humanidad.
El santoral nos conecta con una rica herencia espiritual que trasciende generaciones y fronteras. Cada santo tiene su historia, su lucha y su legado. En esta ocasión, el 17 de diciembre, celebramos a San Lázaro, una figura profundamente simbólica y venerada tanto en la tradición cristiana como en la cultura popular. Su vida está impregnada de fe y milagros, convirtiéndolo en un emblema de esperanza y resurrección. A continuación, exploraremos quién fue este santo y por qué sigue siendo recordado con devoción.
San Lázaro, amigo de Jesús y símbolo de la resurrección
San Lázaro es conocido principalmente por ser el amigo de Jesús que fue resucitado de entre los muertos, según el Evangelio de San Juan (Jn 11:1-44). Lázaro vivía en Betania, una pequeña aldea cercana a Jerusalén, junto a sus hermanas, Marta y María. Los tres eran discípulos cercanos de Jesús y acogían al Maestro con frecuencia en su hogar, estableciendo una relación de confianza y amistad profunda.
El episodio de la resurrección de Lázaro es uno de los milagros más impresionantes de la vida pública de Jesús. Cuando Lázaro enfermó gravemente, sus hermanas enviaron un mensaje a Jesús, confiando en su capacidad para curarlo. Sin embargo, Jesús retrasó su llegada, y cuando finalmente llegó a Betania, Lázaro ya había muerto y estaba enterrado desde hacía cuatro días. Este retraso fue intencionado, pues Jesús quiso mostrar su poder sobre la vida y la muerte para glorificar a Dios.
Frente al sepulcro de Lázaro, Jesús oró y pronunció las palabras: «¡Lázaro, sal fuera!», devolviendo la vida a su amigo. Este milagro no solo confirmó la divinidad de Jesús, sino que también prefiguró su propia resurrección, mostrando al mundo que la muerte no tiene la última palabra. Por ello, Lázaro se convirtió en un símbolo de esperanza, recordándonos que la fe en Cristo es la llave para la vida eterna.
El papel de Lázaro en la tradición cristiana
San Lázaro ocupa un lugar especial en el imaginario cristiano debido a la conexión directa con el poder de la resurrección. Su historia es leída en el tiempo de Cuaresma, como preparación para la Semana Santa, ya que su resurrección prefigura la victoria de Jesús sobre la muerte.
La tradición también señala que, tras la ascensión de Cristo, Lázaro continuó difundiendo el mensaje del Evangelio. Según algunas versiones, viajó a Chipre, donde se convirtió en obispo de Kition (hoy Lárnaca), y predicó hasta el final de sus días. Una leyenda sostiene que vivió otros treinta años después de su resurrección y que fue enterrado en Chipre. En su tumba original se inscribió la frase: «Lázaro, amigo de Cristo, el que fue resucitado después de haber muerto».
San Lázaro en la devoción popular
La figura de San Lázaro ha trascendido las escrituras bíblicas y se ha arraigado en la devoción popular de diversas culturas. En el cristianismo occidental, es venerado principalmente como el amigo de Jesús resucitado, mientras que en el cristianismo oriental, se le recuerda como el obispo que predicó con fervor el Evangelio. En el arte cristiano, suele representarse saliendo del sepulcro, envuelto en vendas funerarias, o como un obispo, en referencia a su vida posterior.
En países de América Latina, como Cuba, San Lázaro tiene una relevancia especial, especialmente en el sincretismo religioso. En la santería, San Lázaro se asocia con Babalú Ayé, un orisha protector de los enfermos y los pobres. Esto ha generado una devoción única que mezcla elementos cristianos y afrocubanos, siendo su festividad un momento de oración, peregrinación y rituales de sanación.
San Lázaro y los enfermos: un santo compasivo
San Lázaro es considerado patrón de los enfermos, los pobres y los marginados, debido a su asociación con el sufrimiento humano y la esperanza en la redención. Su resurrección simboliza que, hay esperanza de una nueva oportunidad. Este mensaje lo convierte en un referente espiritual para quienes enfrentan enfermedades graves o dificultades económicas.
En muchas comunidades, se realizan procesiones y ofrendas en su honor, buscando su intercesión para curar enfermedades y superar adversidades. Es común ver imágenes de San Lázaro acompañado de perros, un símbolo de fidelidad y cuidado hacia los más vulnerables.
El 17 de diciembre, al celebrar a San Lázaro, recordamos la importancia de la fe, la amistad con Cristo y la esperanza en la vida eterna. Su historia, marcada por el milagro de la resurrección y su posterior dedicación a la evangelización, sigue siendo una fuente de inspiración para millones de creyentes en todo el mundo.
San Lázaro nos invita a reflexionar sobre el poder transformador de la fe y el amor de Dios, recordándonos que, con Cristo, incluso la muerte puede ser vencida. En este día, renovemos nuestra confianza en la misericordia divina y pidamos a San Lázaro que interceda por los enfermos, los pobres y todos aquellos que necesitan un milagro en sus vidas.