Con una carrera de las más extensa de la historia del séptimo arte, Clint Eastwood, ha dejado para la eternidad un puñado de títulos memorables y que pasan de generación en generación sin apenas sufrir el paso de los años. Pero sin duda alguna, para sus seguidores el título más recordado y de mayor calidad, mira que tiene buenas películas, es un western crepuscular como ‘Sin perdón’.
Un filme que para muchos es el segundo mejor western de la historia, detrás del mítico ‘Centauros del desierto’, de John Ford. Con ‘Sin perdón’, Eastwood consiguió su primera estatuilla, tiene dos como mejor película, que fue la tercera para el género, que poco antes volvía a estar de moda con el éxito de ‘Bailando con Lobos’, de Kevin Costner que consiguió el segundo Oscar a mejor película del Oeste. El primero fue para ‘Cimarrón’ en 1960 con Anthony Mann a la dirección.
Y es que en los noventa el western parecía cosa del pasado, un género que no atraía al público a las salas de cine y que ni mucho menos enganchaba al público joven. Por estos motivos, nadie arriesgaba y tener un presupuesto alto para rodar una del Oeste era poco recomendable para productores y directores. Pero Eastwood, arrastrado por el éxito de ‘Bailando con Lobos’, se lio la manta a la cabeza y decidió volver al género que lo vio nacer como actor, ahora doblaría funciones siendo también director.
TRAMA DIFERENTE PARA EL GÉNERO
Y el cineasta arriesgó y diseño un western basado en las viejas convenciones del género, pero añadiendo matices y creando un nuevo estilo de narrar dentro del western. La película en si es un tratado sobre la violencia. Tanto del que la sufre, como el que la hace y el dolor que siente por dentro al realizarla.
Es una revisión de un alma violenta, su forma de proceder y sentir, de la convivencia con los demonios del pasado y la dificultad para redimirse del protagonista. En el filme, el personaje central interpretado por Eastwood recuerda a personajes pasados interpretados por el actor. Contando los sentimientos de un pistolero veterano que deja la mala vida gracias a su mujer.
Una mujer fallecida con la que ha tenido dos hijos a los que tiene que cuidar sin apenas dinero. Por este motivo, vuelve a recurrir a personajes de su pasado para conseguir una recompensa para vengar a una prostituta a la que unos forajidos han cortado la cara a cambio de 1000 dólares de recompensa. En un ambiente crepuscular y con una trama llena de personajes decadentes, que fueron interpretados por un gran elenco.
Gene Hackman, Morgan Freeman, Richard Harris, Jaimz Woolvett, Saul Rubinek, completan un reparto inolvidable para acompañar a un Eastwood espectacular, tanto en la dirección como en la interpretación.
GUION OLVIDADO
El guion de la película es de mediados de los años setenta. En un principio no fue muy valorado y recorrió varias productoras y estudios con poca suerte. Su autor fue el incomprendido David Webb Peoples, que empezó de una forma dubitativa su andadura escribiendo libretos, hasta que su suerte cambio con el éxito de ‘Blade Runner’. Algo que animó a Eastwood a comprar el guion en 1984, para guardarlo durante ocho años y tener la edad ideal para protagonizarlo.
Rompió esquemas con una historia oscura, donde los pistoleros rápidos, valientes y sin conciencia de matar gente dan paso a personajes reflexivos que meditan y piensan sobre la vida y la muerte, presentando un western muy diferente a los clásicos del género.
El rodaje fue rápido, como son los rodajes con Eastwood, solo 39 días, Y contando mucho con la opinión de los actores, como también es habitual en el cineasta norteamericano. Un director que confía mucho en las habilidades y la intuición de los actores con los que rueda. El rodaje tuvo lugar en Alberta (Cánada), aunque en la película represente las vastas tierras de Wyoming.
Para preservar la autenticidad del trabajo y los escenarios, el director obligaba los miembros del rodaje a acudir a los escenarios en carruajes, a pie o a caballo. Morgan Freeman lo recuerda como un trabajo excepcional, «era como regresar al siglo XIX», recordó el actor en una entrevista posterior a los Oscars de 1993. El caso es que el paisaje que encontró Eastwood fue esencial en el éxito de la película, con unos escenarios evocadores y otoñales que envuelven al espectador. Destacando también la escena final de la obra que es una de las mejores escenas y finales de la historia del género.
La película obtuvo cuatro premios Oscar de nueve nominaciones, entre otros muchos galardones. Fue un éxito de taquilla y crítica, y por supuesto, consolidó a Eastwood como director, a pesar de su ya dilatada carrera por aquel entonces. Considerado heredero de Howard Hawks y John Ford, los dos grandes directores del género, dedicó ‘Sin Perdón’ a Sergio Leone y Don Siegel, a los que Eastwood considera sus grandes maestros.