La temperatura mínima a la que tienes que poner la calefacción, según la OMS

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Con la llegada del frío, establecer un equilibrio entre comodidad, salud y economía en el uso de la calefacción se convierte en una prioridad. El aumento de los precios energéticos ha intensificado la necesidad de encontrar la temperatura mínima adecuada para mantener un hogar cálido sin que las facturas se disparen. Aunque la percepción de confort varía según las personas y las regiones, existen recomendaciones de organismos internacionales y estudios que ayudan a identificar los rangos óptimos para proteger la salud y disfrutar de un invierno acogedor. A continuación te contaremos cuál es la temperatura mínima a la que tienes que poner la calefacción, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

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Consejos prácticos para optimizar el uso de la calefacción

Consejos prácticos para optimizar el uso de la calefacción

Con algunos cambios sencillos en los hábitos diarios, es posible maximizar la eficiencia de la calefacción y reducir los costos sin sacrificar el confort:

  • Aprovechar la luz natural: Durante el día, abre cortinas y persianas para que la luz solar caliente las habitaciones de forma natural.
  • Aislar el hogar: Utiliza burletes en puertas y ventanas para evitar fugas de calor. Invertir en cortinas térmicas también puede marcar una gran diferencia.
  • Vestirse adecuadamente: Optar por ropa abrigada dentro de casa permite mantener una temperatura ligeramente más baja sin perder comodidad.
  • Uso estratégico del termostato: Programa la calefacción para que funcione en horarios específicos, reduciendo la temperatura cuando no estés en casa o durante las horas de sueño.
  • Revisar los equipos de calefacción: Un mantenimiento adecuado de los sistemas, como purgar los radiadores o limpiar filtros, asegura un rendimiento óptimo y reduce el consumo energético.
  • Ventilar correctamente: A pesar del frío, es importante ventilar el hogar durante unos minutos cada día para renovar el aire y evitar la acumulación de humedad y contaminantes.

Estos pequeños ajustes no solo contribuyen al ahorro económico, sino que también promueven un entorno más saludable y sostenible.