A pesar de que el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, ha defendido a capa y espada medidas como el bono cultural y el estatuto del artista, el de sumar no ha escuchado las peticiones de los músicos y creadores audiovisuales a la hora de redactar el reciente Proyecto de Real Decreto por el que se regula la concesión de licencias colectivas ampliadas para la explotación masiva de obras protegidas por derechos de propiedad intelectual para el desarrollo de modelos de inteligencia artificial de uso general. Es decir, no ha escuchado las preocupaciones de los artistas y se ha entregado a los deseos de las Big Tech, incluso mientras Europa ve la Inteligencia Artificial con bastante escepticismo.
Es que el texto no se atreve a frenar el uso del trabajo de estos artistas por parte de empresas como ‘Open AI’, creadores de Chat GPT, Meta o Google para educar a las IA que esperan reemplazarlos. Si bien permite que quienes desarrollan el cine, música o arte gráfica puedan retirar su contenido manualmente, dan por sentado que previo a esto las aplicaciones tecnológicas tienen derecho tomar esta información como base, incluso si lo que generan este tipo de aplicaciones como resultado puede considerarse un plagio, e incluso si los artistas no pueden acceder a las ganancias generadas por estos.
El proyecto considera que el deseo de los artistas sería una «Traba» para el desarrollo de estas nuevas tecnologías, y apuesta por ceder a los deseos de estas grandes empresas tecnológicas, ignorando la recomendación de la UE. Al pensar en un Gobierno que defiende la importancia de cumplir con la normativa de la Unión, y que ha criticado la forma en que algunas empresas tecnológicas locales como Glovo o Cabify manejan su relación con sus trabajadores, es complicado entender el proyecto que presenta el ministerio que dirige Urtasun.
En cualquier caso, aún hay tiempo de revisar la medida. Hasta el 10 de diciembre está abierta la opción de enviar «aportaciones» a través de la página web del ministerio de cultura. Por tanto, hay formas de enfrentar esta situación antes de la fecha, sobre todo por qué para muchos artistas la decisión de licenciar su trabajo para el uso en la Inteligencia Artificial no es una decisión propia, pues queda en manos de la discográfica o bien puede quedar en manos de plataformas que necesitan, pero que no controlan como Spotify o Instagram, que bien podrían aprobar que se licencie todo el contenido presente en estas aplicaciones.
URTASUN SE PONE EN EL BLANCO DEL SECTOR CULTURAL
A pesar del aplauso que llevo desde ciertas zonas del sector cultural, la idea del Estatuto del Artista, esta vez para los afectados, es complicado entender la idea que tiene el ministro. Desde ya colectivos como Arte es Ética y la escritora Nia Soler ya han señalado la medida como una forma de dejar tirados a los artistas y complica su trabajo. Sorpresivamente, es algo que se hizo evidente en Estados Unidos el año pasado, donde desde Hollywood se decidió que los textos creados con IA no podían recibir dinero por derechos de autor.
Es que la medida pone a una figura tan de izquierda como Ernest Urtasun, que además de ser ministro de Cultura, es el portavoz de Sumar, más del lado de Mark Zuckerberg, Jeff Bezos o Daniel Ek que de artistas y músicos como La Raíz o Vetusta Morla que han señalado el riesgo que representan este tipo de aplicaciones para su profesión. Se suma que justo el ofrecer a su IA el contenido de todo X, la plataforma antes conocida como Twitter, fue lo que hizo que Elon Musk tuviese que empezar a considerar a Bluesky como su principal rival.
EUROPA TAMBIÉN DESCONFÍA DE LA IA
Es bueno señalar que el proyecto de Real Decreto presentado a través de la página web del gobierno, también contradice el reglamento europeo. Es que la normativa precisamente ha dejado sin espacio al Bard de Google y, de momento, a la IA de Meta, que han reclamado por escrito que se amplíe el reglamento para que funcionen en el viejo continente y se mantenga su capacidad competitiva.
La decisión que se dibuja en el proyecto de ley presentado desde el ministerio de Cultura no va en línea con lo que Europa ha hecho de momento. En plena crisis de Sumar, tras el escándalo de Íñigo Errejón, es un nuevo problema que los pondrá en la mira de la opinión pública y en particular de su base de votantes, que son los que siguen de cerca estas situaciones.