Sí, las gambas tienen el corazón en la cabeza

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Las gambas, tan comunes en nuestras mesas, son mucho más interesantes de lo que solemos imaginar. A simple vista, parecen simples crustáceos de pequeño tamaño, perfectos para una parrillada o una paella, pero en realidad esconden características sorprendentes en su anatomía. 

Una de las curiosidades más impactantes sobre ellas es que, ¡sí, las gambas tienen el corazón en la cabeza! Este peculiar detalle las convierte en criaturas únicas entre los invertebrados marinos, y hoy te contaremos por qué esta estructura tiene mucho sentido para ellas. Vamos a adentrarnos en el mundo de estos curiosos seres y descubrir cómo la naturaleza les ha dotado de una anatomía que es tan sorprendente como útil.

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La circulación en las gambas: el papel de la hemolinfa

crustáceos

A diferencia de los mamíferos, que tienen sangre, las gambas y otros crustáceos tienen un sistema circulatorio abierto que funciona a través de la hemolinfa, un fluido similar a la sangre. La hemolinfa transporta oxígeno y nutrientes por todo su cuerpo, aunque de una manera mucho menos estructurada que en los sistemas cerrados de otros animales. Este sistema abierto permite que la hemolinfa fluya de manera libre por la cavidad del cuerpo, rodeando los órganos internos y permitiendo una difusión eficiente de oxígeno y nutrientes.

El corazón, ubicado en la cabeza de la gamba, bombea la hemolinfa a través de este sistema abierto, lo que resulta en una circulación sencilla pero eficaz para sus necesidades. Este tipo de circulación es común en muchos invertebrados, y aunque parezca una organización anatómica simple, es altamente funcional para su entorno. La ubicación del corazón en la cabeza permite una distribución más rápida de la hemolinfa, asegurando que los órganos vitales reciban oxígeno y nutrientes de forma continua.