El número de personas sin hogar en España asciende a 42.000, lo que representa un alarmante aumento del 7,2% en comparación con el año anterior, según datos de Cáritas. Esta situación refleja una realidad preocupante en la que muchas vidas se ven truncadas por la falta de acceso a una vivienda digna. La falta de un hogar no es solo un problema de vivienda, sino que implica una serie de desafíos que complican la integración en la sociedad.
La situación es aún más alarmante al considerar que tres de cada diez personas sin hogar no tienen ingresos. La mayoría de ellas son hombres, pero el 20% de la población afectada son mujeres. Esta cifra es especialmente preocupante, ya que muchas de ellas enfrentan barreras adicionales para acceder a servicios y empleo. La campaña «Nadie sin hogar 2024», lanzada por Cáritas con motivo del Día de las Personas sin Hogar, busca no solo visibilizar esta problemática, sino también generar conciencia en la sociedad y presionar a las administraciones para que tomen medidas efectivas.
La falta de un hogar está estrechamente vinculada a problemas de salud mental, que pueden ser tanto causas como consecuencias del sinhogarismo. María Santos, responsable del programa de personas sin hogar de Cáritas, destaca la urgencia de abordar esta situación desde sus raíces. Con un 29,9% de las personas sin hogar sin ninguna fuente de ingresos, es vital implementar soluciones sostenibles que ofrezcan apoyo integral y ayuden a estas personas a recuperar su autonomía y dignidad.
Las múltiples facetas del “sinhogarismo”
El sinhogarismo presenta múltiples facetas que van más allá de la simple falta de un hogar. Muchas personas sin hogar enfrentan desafíos complejos, como problemas de salud mental, adicciones y violencia doméstica. Estas condiciones a menudo se entrelazan, creando un ciclo difícil de romper. Por ejemplo, una persona que sufre de depresión puede tener dificultades para mantener un empleo, lo que, a su vez, afecta su capacidad para conseguir y mantener una vivienda. Esta interconexión de problemas hace que el sinhogarismo no sea solo un asunto de falta de vivienda, sino un reflejo de múltiples crisis sociales y personales que requieren un enfoque integral para su resolución.
Además, el sinhogarismo no se presenta de una única forma; puede manifestarse en diferentes contextos y situaciones. Algunas personas viven en la calle, mientras que otras pueden estar temporalmente en refugios o viviendo con amigos y familiares, pero sin un hogar propio. Esta diversidad en las experiencias de las personas sin hogar resalta la importancia de personalizar las soluciones. Las políticas públicas deben adaptarse para abordar las diversas realidades que enfrenta cada individuo, reconociendo que una estrategia única no será suficiente para erradicar el sinhogarismo.
Mujeres en la vanguardia de la pobreza habitacional
Las mujeres están en la vanguardia de la pobreza habitacional, enfrentando desafíos significativos que afectan su calidad de vida. Según los datos, el 73% de las personas atendidas por el servicio de vivienda son mujeres, muchas de las cuales se encuentran en situaciones de desempleo y lideran familias monoparentales. Este panorama resalta la precariedad económica que enfrentan, obligándolas a buscar soluciones habitacionales en un contexto que no siempre les es favorable.
La feminización de la pobreza se manifiesta claramente en estos datos, subrayando la urgencia de implementar políticas que reconozcan y atiendan las realidades específicas de las mujeres vulnerables. Muchas de ellas no solo luchan por obtener un hogar seguro, sino que también deben lidiar con la carga adicional de la crianza de sus hijos y la gestión del hogar sin el apoyo de una pareja.
Banco de Alimentos: al borde del colapso ante la creciente demanda y la escasez de recursos en invierno
Los bancos de alimentos se encuentran al borde del colapso, enfrentando una creciente demanda de asistencia alimentaria en un contexto de recursos limitados. En el último año, el número de personas que viven en la pobreza ha alcanzado los 9,7 millones en España, lo que se traduce en un aumento significativo de aquellos que requieren ayuda alimentaria. Esta situación se agrava en invierno, cuando las familias sin hogar y en riesgo de exclusión social se ven obligadas a recurrir con mayor frecuencia a estas entidades para satisfacer sus necesidades básicas, como lo indica el informe de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social (EAPN-ES).
El Banco de Alimentos ha reportado que la escasez de donaciones se ha vuelto crítica, con una reducción del 8,99 % en la cantidad de alimentos distribuidos en comparación con el año anterior. En 2023, se entregaron 138.046 toneladas de alimentos a casi 1,2 millones de personas, lo que refleja una disminución preocupante en la capacidad de estos bancos para responder a la creciente demanda. Esta reducción se produce en un contexto donde el 48,5 % de la población residente en España tiene dificultades para llegar a fin de mes, lo que aumenta la presión sobre los recursos disponibles para aquellos que enfrentan la pobreza alimentaria.
Para hacer frente a esta crisis, el Banco de Alimentos ha lanzado la campaña solidaria «Ningún hogar sin alimentos», que busca movilizar tanto a la sociedad civil como a las empresas para incrementar las donaciones. Se espera que esta iniciativa impulse la colaboración y ayude a garantizar que las familias más vulnerables no pasen hambre durante los meses más fríos del año. Sin embargo, la falta de voluntarios, con una necesidad actual de 3.000 personas para cubrir las vacantes, pone en riesgo la efectividad de estas campañas, según el presidente de la Federación Española de Bancos de Alimentos (FESBAL), Pedro Llorca
El impacto positivo de las donaciones de alimentos: beneficios fiscales y su rol en la economía circular
Las donaciones de alimentos no solo ayudan a combatir el desperdicio y a atender las necesidades de los más vulnerables, sino que también ofrecen ventajas fiscales significativas para las empresas donantes. Gracias a recientes cambios legislativos en España, las entidades pueden disfrutar de deducciones en el Impuesto de Sociedades y exenciones en el IVA, incentivando así un mayor compromiso con la responsabilidad social y la sostenibilidad. En este contexto, las donaciones se convierten en un pilar fundamental para promover una economía circular y minimizar el impacto ambiental asociado a la producción y el consumo de alimentos.