En la pintoresca ciudad de Trieste, situada en el noreste de Italia, se encuentra una playa peculiar que ha mantenido su singularidad durante más de 120 años. El Pedocín, una pequeña franja de costa de apenas 250 metros, es famosa por su muro de tres metros de altura que divide a hombres y mujeres. Este muro no solo es un rasgo distintivo del lugar, sino que también es un símbolo de una tradición que perdura en el tiempo.
2Un espacio para la tranquilidad
A pesar de que la segregación de sexos puede parecer anacrónica en el siglo XXI, El Pedocín se ha convertido en un refugio apreciado por sus visitantes. Más de 3.000 personas acuden a la playa diariamente, pagando una cuota simbólica de 1 euro y 20 céntimos para disfrutar de sus instalaciones. Entre los bañistas se encuentran ancianos, madres locales y miembros de la comunidad judía, quienes valoran la privacidad que ofrece el lugar. Como explica Eugenio Bevitori, miembro de la comunidad judía de Trieste, muchos rabinos ortodoxos que viajan por Europa visitan la playa debido a las restricciones de desnudarse frente a mujeres que no son sus esposas.
