Este sábado, Hansi Flick tuvo una de sus grandes pruebas de fuego al enfrentar el primer clásico de la temporada entre el FC Barcelona y el Real Madrid. El entrenador alemán hizo hasta lo imposible para alinear un once de lujo y, como ya se ha vuelto costumbre, las jóvenes estrellas del club cobraron protagonismo. El equipo demostró calidad en cada jugada, sometiendo a un Madrid que no encontró respuestas a lo largo del partido y sentenciando con una espectacular goleada que desató la euforia en la afición.
Cabe señalar que el estratega alemán ha sabido aprovechar de forma increíble las piezas con las que cuenta en el club. A pesar de las limitaciones económicas del Barça, el equipo está pleno en el ámbito deportivo.
De hecho, es de esos conjuntos que gana con goleadas, dejando claro que es un firme candidato al título en esta campaña. Con esta victoria, el conjunto catalán se coloca seis puntos por delante de su eterno rival en el torneo local, dejando a un Madrid muy golpeado que venía de un partido intenso en la Champions League ante el Borussia Dortmund, donde en el primer tiempo les encajaron dos goles y tuvieron que remontar en la segunda parte para llevarse el encuentro.
Sin embargo, en el Bernabéu, el conjunto blaugrana no perdonó y ofreció una lección táctica con dos goles de Robert Lewandowski, uno de Lamine Yamal y otro de Raphinha. Descubre más detalles en el siguiente artículo que hemos elaborado al respecto.
1Hansi Flick transforma al Barcelona en una máquina imparable
Lo cierto es que el Barcelona de Hansi Flick se ha convertido en un rival de temer, el cual es capaz de imponer su dominio en casi todos los partidos.
La abultada victoria sobre el Real Madrid en el Santiago Bernabéu es un claro ejemplo de ello. Porque con un estilo marcado por una presión intensa y una defensa adelantada, Flick ha llevado al equipo culé a superar al Madrid en cada aspecto, tanto en lo táctico como en lo físico.
Y es que con este estratega al mando, el Barça juega un fútbol demasiado disciplinado, eficiente y agresivo, que no permite espacio para que el rival reaccione.
Se trata de una filosofía que nos recuerda a la de los equipos italianos que arrasaban en Europa en los años ochenta y que pone a soñar a la afición de que han vuelto más fuertes que nunca.