Enclavado en la provincia de Girona, Castellfollit de la Roca es un pequeño pueblo que parece desafiar la gravedad. Situado en un risco de basalto volcánico que se alza sobre el río Fluvià, este pintoresco enclave es uno de esos secretos ocultos de Cataluña que deja sin palabras a quienes lo visitan por primera vez. A medio camino entre las montañas y los campos de cultivo, el pueblo, con su arquitectura medieval y sus vistas sobre el abismo, ofrece una experiencia única para los viajeros.
3Un paseo por sus calles empedradas
Aunque su superficie es pequeña, el pueblo invita a perderse por sus calles estrechas y empedradas. Desde la iglesia de Sant Salvador, que data del siglo XII, hasta las casas de piedra que se asoman al precipicio, todo en Castellfollit de la Roca está diseñado para sumergir al visitante en una atmósfera única.
Uno de los principales encantos de este pueblo es la sensación de estar en un lugar fuera del tiempo. Sus calles conservan un aire medieval que parece inalterado, y cada rincón tiene una historia que contar. Las casas, construidas a lo largo de los siglos, están decoradas con detalles arquitectónicos tradicionales y adornos sencillos, lo que contribuye a la sensación de tranquilidad y paz que impregna el lugar.
Además, el pueblo cuenta con varias plazas pintorescas, ideales para descansar y disfrutar del paisaje. En una de ellas, junto a la iglesia, los visitantes pueden sentarse en bancos y contemplar el vasto abismo que se extiende ante ellos.
