Si hablamos de varices normalmente pensamos directamente en las antiestéticas venitas que nos pueden aparecer en las piernas, y que en el largo plazo pueden ocasionarnos problemas de salud, así como mermar nuestra calidad de vida. Pero especialmente entre las mujeres son frecuentes también las varices pélvicas, sobre las que centramos este artículo.
Tal y como detalla el doctor Pablo Gallo, jefe del Servicio de Angiología y Cirugía Vascular del Hospital Ruber Internacional de Madrid, las varices se producen fruto de la insuficiencia venosa, es decir, por la incapacidad de las venas para ejercer su función de retorno de la sangre hacia el corazón.
“Normalmente aparecen en las piernas, pero hay un componente importante de varices en la pelvis. En todas ellas hay una incapacidad del sistema circulatorio para retornar la sangre hacia el corazón, y esto hace que las venas se dilaten, se vuelvan tortuosas, y desencadenen los síntomas y signos propios de la enfermedad”, remarca.
Principales síntomas
Los síntomas tienen una incidencia que se calcula alrededor del 40% de las personas adultas, pudiendo llegar al 50% durante el verano, según prosigue este experto de Ruber Internacional; al tiempo que recuerda que son más frecuentes entre las mujeres, entre 2 y 5 veces más que en los hombres, y fundamentalmente por la influencia de las hormonas.
Entre sus principales síntomas, el doctor Gallo apunta a: el dolor pélvico crónico, la pesadez, la hinchazón, el dolor durante las relaciones sexuales, menstruaciones más abundantes o dolorosas, micción frecuente, varices visibles en la zona genital, sensación de vejiga llena, estreñimiento, aparte del prurito o picor en las piernas, acompañado además de todo el componente estético de las varices.
Habitualmente, según prosigue el doctor Santiago Zubicoa, jefe del Servicio de Radiología Intervencionista en el Hospital Ruber Internacional, habitualmente aparecen en las piernas, si bien hay un componente importante de varices pélvicas, relacionadas en gran medida también con los embarazos.
De hecho, añade la doctora Elena Carrillo, jefe del Servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital Ruber Internacional, cerca del 80 por ciento de las embarazadas tienen varices, especialmente en el caso de las multíparas, y por el efecto de los diferentes embarazos sobre la circulación de retorno.
El componente hereditario
Para su formación suele ser determinante el componente hereditario de la persona, y si sus familiares más directos también las padecen, tal y como aclara el doctor Gallo, angiólogo y cirujano vascular, al mismo tiempo que indica que igualmente influye el estilo de vida de la persona.
“El estilo de vida de cada uno, la obesidad, el sobrepeso, si se permanece mucho tiempo sentado o, por el contrario, mucho tiempo de pie, el calor, el sol, hay multitud de factores, y también hay un factor que hace que sea más frecuente en las mujeres, que son las hormonas”, agrega.
Sobre todo, al final del segundo y todo el tercer trimestre de embarazo, añade la ginecóloga Elena Carrillo, ejerce tal peso la gestación que hace que se dificulte la circulación del retorno venoso y esta sangre se acumule y haga dilatarse a las venas de este territorio. Se debe indicar la interconsulta con el servicio de cirugía vascular “A las pacientes que presenten varices tanto por la clínica y para la prevención de una evolución menos favorable de las mismas, para que sean valoradas y determinen el tratamiento adecuado durante y después del embarazo”, apunta esta doctora.
¿Cómo se puede tratar?
Para la confirmación diagnóstica es fundamental el eco Doppler, con el que analizan cuál es el origen del reflujo o punto a nivel de la vena donde ésta deja de funcionar correctamente. “En el 20 por ciento, esto corresponde a origen pélvico, pero en el resto suelen estar afectas las venas safenas, aquellas que dan las varices típicas de las piernas”, precisa el doctor Gallo, angiólogo y cirujano vascular del Ruber Internacional.
Una vez realizado el diagnóstico y determinado el tipo de varices, las primeras medidas deben ser higiénico-dietéticas, sobre todo en verano, con un tratamiento venotónico, que mejore el tono venoso; al mismo tiempo que se aconseja unas medias de compresión durante todo el día y para que así las venas no se puedan dilatar, tal y como describe, hasta los tratamientos endovasculares y la embolización pélvica.
“Los tratamientos varían en función del origen de las varices y del tipo. Cuando son pequeñas, telangiectasias, y no afectan a las venas safenas y a la pelvis, el tratamiento se realiza a través de pequeñas inyecciones en consulta, y sin anestesia, y pinchando directamente, escleronsándolas con un alcohol”, detalla.
Ahora bien, ya cuando dependen de las venas safenas, hoy en día dice que hay disponibles tratamientos endovasculares, que se emplean desde hace más de 20 años, y que permiten tratar esas venas, navegando a través de ellas, y sin necesidad de extirparlas como se hacía antiguamente. “Y si son pélvicas, que son el 20% de los casos, podemos emplear la flebografía, y la embolización para tratarlas”, apunta.
En este sentido, el doctor Santiago Zubicoa, jefe del Servicio de Radiología Intervencionista del mismo centro sanitario, y especialista en este tipo de intervenciones señala a la flebografía pélvica, un procedimiento mínimamente invasivo en el que se ocluyen las venas enfermas con reflujo mediante la colocación de unas pequeñas espirales metálicas llamadas ‘coils’: “La manera de hacerlos es a través del catéter, una técnica endovascular, y pasando unos dispositivos especialmente diseñados para ello (coils), que navegan por el interior del catéter y que se depositan en el extremo distal del catéter”.
En último lugar, por un lado, este experto remarca la importancia de tratarse las varices porque, de no hacerlo, en algunos casos se corre el riesgo de desarrollar una trombosis de varices pélvicas, y que el coagulo migre al pulmón, generando un tromboembolismo pulmonar, una enfermedad grave.
“Siempre recomendamos medidas fomentando hábitos de vida saludable como: mantener un peso adecuado, seguir la dieta mediterránea, una excelente hidratación, caminar todos los días, hacer natación, evitar estar mucho sentado o por el contrario de pie en la misma posición, y permanecer durante 10-15 minutos con las piernas elevadas al finalizar el día o al estar en reposo; esto ayuda mucho a mejorar la sintomatología”, concluye el doctor Zubicoa.