Este mes de octubre se están cumpliendo 30 años del estreno de ‘Días contados‘, una de las mejores y más icónicas películas del cine español de los años noventa. El filme dirigido y escrito por Imanol Uribe obtuvo ocho Premios Goya y durante 26 años mantuvo el récord de nominaciones a dichos galardones, con 19. Fue desbancada en 2022 por ‘El buen Patrón’.
Con el terrorismo etarra de fondo, Uribe es posiblemente el director que más y mejor ha acercado el séptimo arte a estos hechos que atormentaron a España durante más de 40 años. El director vasco empezó su carrera con ‘El Proceso de Burgos’, un film documental donde narra el juico a 16 miembros de dicha organización. La siguiente obra con misma temática fue en 1981. Allí realizó ‘La fuga de Segovia’, una ficción que cuenta la fuga de 26 presos etarras en 1976 de la cárcel de Segovia. Para poco después continuar con una película bastante polémica: ‘La muerte de Mikel’.
Esta serie de títulos hizo que el cineasta vasco se ganara la etiqueta de «político», algo que no gusto al director y de lo que siempre ha renegado. «Yo no tengo ninguna afiliación a ningún partido político», comenta en cada entrevista Uribe cada vez que se le recuerda este adjetivo. Con todo esto, a principios de 1994 Uribe se centró en estrenar ‘Días contados’, volviendo a la temática del problema de ETA y su entorno violento.
ARGUMENTO POCO HABITUAL
Con un innovador argumento, Uribe narra la historia de un etarra que está en Madrid preparando un atentado y se enamora de una prostituta drogadicta. Un argumento curioso, que en un principio no iba a tener a un terrorista como protagonista del filme. En realidad, la idea era adaptar la novela de Juan Madrid de nombre homónimo a la película. Un libro que fue la primera intención de Uribe por la gran capacidad del autor de reflejar la vida de personajes femeninos en el madrileño barrio de Malasaña de finales de los años ochenta y primeros noventa. Con la idea de crear una ‘Carmen‘ como la de Bizet, pero en versión madrileña noventera con los personajes de la propia novela.
Al final Uribe se alejó de esa idea tras muchas vueltas, y aunque ambientó la obra en ese Madrid céntrico, en la película solo queda el nombre de la novela y poco más. El protagonista del film fue Carmelo Gómez, que interpreta un etarra que se hace pasar por fotógrafo y alquila un piso en Madrid para preparar un gran atentado en la capital. En el edificio donde vive conoce a Charo (Ruth Gabriel), una drogadicta que vive allí con una amiga, Cándela Peña en su debut en el cine, y ambas se prostituyen para pagarse la adicción.
Del rechazo inicial del etarra a la ‘yonki’ se pasa a la fascinación y al posterior enamoramiento de ella. Se ve al terrorista atrapado en una dinámica de autodestrucción, en donde él no cree a penas ya en una causa asesina y empieza a imaginar un futuro con ella fuera de la banda criminal. Un argumento que sirve al director para contar una historia de amor de dos personas que viven al límite y al margen de la sociedad.
Otro de los grandes atractivos de la obra es ver los inicios de una de las generaciones más productivas del cine español. En dicho filme debutan en la gran pantalla la citada Candela Peña, Pepón Nieto, Ruth Gabriel con su personaje protagonista y tan solo 19 años, Karra Elejalde, Elvira Mínguez y sobre todo una de las primeras apariciones en la gran pantalla de una mega estrella como es Javier Bardem. Si bien, el actor madrileño ya había despuntado en tres películas de la mano de Bigas Luna, aquí Bardem sale de la interpretación de ‘macho ibérico’ para deslumbrar con un papel de confidente policial adicto a las drogas.
PELÍCULA DURA Y CON POLÉMICA
El filme sirve para mostrar el submundo de la drogadicción, la prostitución y la delincuencia en el Madrid de los noventa. Con un gran éxito de crítica y taquilla arrasó en los Goya de ese año con los ocho galardones ya nombrados en las categorías más importantes. En el Festival de cine de San Sebastián también fue obtuvo los principales premios, en ambas citas Bardem comenzaba a llenar su vitrina de galardones y Uribe se consolidaba como uno de los principales cineastas de España.
Pero no todo fue un camino de rosas para el cineasta vasco. Un año después del estreno de obra la películas se pasó por Canal plus. Dos días antes del pase en la prensa, especialmente desde El país, se acusó a Uribe de estar del lado de la banda terrorista. El ambiente estaba bastante crispado por el reciente asesinato en aquellos días del socialista, Fernando Mújica. Cierto sector de la prensa y del público no perdonaba al director que dibujase la figura de un etarra con matices y grises en su personalidad y no hubiera condena explícita al terrorismo.
Pero ‘Días contados’ es un buen filme, capaz de mostrar la complejidad del ser humano y la capacidad que tiene para enamorarse en las situaciones más difíciles y extrañas. Una película bien montada, con situaciones sórdidas y complicadas que da el inicio y el soporte a una generación bastante importante de nuestro cine.