La Confederación Salud Mental España ha demandado que se cuide la salud mental en los entornos laborales y se facilite la inclusión de las personas con este tipo de problemas a través del trabajo, contando para estas tareas con la colaboración tanto de las propias empresas como de la Administración y los poderes públicos.
«No podemos delegar el cuidado de la salud mental en el trabajo solo a la voluntad y a las acciones de las personas ni de las empresas. Son las Administraciones y los poderes públicos quienes deben arbitrar las medidas legales necesarias para proteger la salud mental», ha destacado el presidente de la Confederación Salud Mental España, Nel González Zapico, este jueves en el Acto Institucional del Día Mundial de la Salud Mental.
¿Alguna vez te has preguntado qué sucedería si compartieras en tu empresa que tienes un problema de salud mental?», ha comenzado González preguntando en su intervención. Según, ha señalado solo 13 de cada 100 personas con diagnóstico de salud mental comparten su situación con sus compañeros de trabajo debido al «miedo a ser relegadas laboralmente, a ser tratadas como personas inestables, a tener una recaída y a perder su trabajo».
El presidente de Salud Mental España ha subrayado que el pasado año se registraron casi 600.000 bajas relacionadas con la salud mental en España, lo que supuso que esta fuera la segunda causa de baja en el país. A su vez, ha apuntado que cuatro de cada 10 personas valora de forma negativa su salud mental y que los problemas de salud mental suponen un 4,2 por ciento del PIB, es decir, unos 60.000 millones de euros.
Por todo ello, González ha abundado que «incrementar los recursos para promover, prevenir y atender la salud mental no es un gasto, es invertir en salud mental, salud futura, ahorrar para las arcas del Estado y ganar en bienestar y en respeto a los derechos». Razones por las que la Confederación anima tanto a las compañías como a la Administración a poner en marcha medidas de impacto. «El tejido empresarial puede contribuir a generar espacios de trabajo seguros, saludables e inclusivos, sensibilizar e informar sobre el cuidado de la salud mental para que no sea un tabú ni algo que esconder», ha añadido.
González ha terminado su intervención recordando las reivindicaciones de Salud Mental España. A este respecto, la Confederación pide sistemas de apoyo y adaptaciones en el entorno laboral que faciliten la inserción laboral de personas con problemas de salud mental y/o discapacidad psicosocial. Al hilo, exigen que se cumplan las cuotas de reserva de empleo para las personas con discapacidad (10 por ciento actualmente) y que se incorporen cuotas de, al menos, el dos por ciento, para personas con discapacidad psicosocial.
También apelan a que administraciones y poderes públicos establezcan nuevas y más efectivas políticas y medidas contra la precariedad laboral y el control de riesgos psicosociales en el trabajo, así como que haya un incremento de recursos y personal para la atención a la salud mental.
ABORDAR EL PROBLEMA DE FORMA ESTRUCTURAL
Este año, la jornada se ha celebrado bajo el lema ‘Trabajo y salud mental, un vínculo fundamental’, alineándose así con el tema propuesto por la Organización Mundial de la Salud (OMS). El evento, organizado por la Confederación y financiado por el Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030 y la Fundación ONCE, ha sido presidido por la reina Letizia y ha contado con la participación de diversos sectores.
La ministra de Juventud e Infancia, Sira Rego, ha resaltado en su discurso que el problema de la salud mental no puede resolverse «medicalizando las desigualdades y enfocando el asunto solo desde el punto de vista farmacológico», en referencia a que España es el país con mayor consumo de benzodiacepinas del mundo.
A este respecto, ha señalado que diversos expertos coinciden en que esto es consecuencia de intentar dar solución a «problemas estructurales», como los ritmos de vida acelerados, el estrés laboral y los elevados precios de la vivienda, «con una mirada puntual, con una mirada atomizada». Sin embargo, ha asegurado que la salud mental no debe tratarse como «un problema individual», pese a que también es «crucial» aumentar la asistencia psicológica o mejorar los programas terapéuticos, sino que «debemos ser capaces de resolver algunas causas estructurales vinculadas a la desigualdad».
Rego no se ha olvidado de la situación que viven los jóvenes, quienes han ayudado a situar la salud mental en el centro del debate público, según ha señalado. «La sensación que muchas y muchos jóvenes experimentan de estar desbordados por la vida, de no sentirse nunca suficientes, está profundamente arraigada en una lógica que nos fragmenta a las personas, reduciéndonos a cálculos de eficiencia y de rendimiento. Para enfrentar esta realidad necesitamos un cambio de paradigma y recuperar la importancia de los lazos humanos, la solidaridad y la creación de proyectos colectivos», ha resaltado.
La jornada ha finalizado con una conversación sobre las experiencias de la periodista Mar Cabra y el pediatra Eduardo Vara, ambos afectados por problemas de salud mental en sus trabajos.
Cabra ha relatado que dejó su trabajo como periodista en 2017, en un momento en el que se encontraba «feliz como profesional» después de haber ganado el Premio Pulitzer como parte del equipo de periodistas que publicó los Papeles de Panamá, pero que resultaba ser «uno de los momentos más tristes» de su vida personal. Tardó un tiempo en ponerle nombre a su afección: síndrome del trabajador quemado.
«Yo me fui en silencio, no dije a nadie nada, hasta que hubo un momento, sobre todo con la pandemia, que dije, ¿por qué voy a estar en silencio? ¿Por qué tenemos que callarnos el ‘burnout’, la depresión, lo que nos pasa? Y dije, puedo ayudar a otros con mi testimonio». Así, creó ‘The Self-Investigation’ para promocionar entornos saludables en el periodismo.
Sobre la situación actual del mercado de trabajo, Cabra ha hecho hincapié en que «tenemos cargas laborales completamente inmanejables en la mayoría de las profesiones». A modo de propuesta de solución, la periodista ha llamado a poner a la persona en el centro en los entornos laborales y empezar a practicar la escucha activa aprendiendo a preguntar a los demás de verdad cómo están.
Por su parte, Eduardo Vara desarrolló un trastorno obsesivo depresivo grave como consecuencia de la sobrecarga de trabajo durante la pandemia. «Tuve que pedir ayuda y fue la mejor decisión que pude tomar en mi vida», ha explicado el pediatra, que posteriormente ha plasmado su experiencia en el libro ‘Maldito trabajo’.
Vara ha incidido en una «sensación muy marcada de desánimo, incluso de angustia hacia el futuro», a la que debe ponerse solución y que nace a raíz de un «desencuentro de expectativas». Así, ha explicado que las empresas buscan a trabajadores «hiper preparados, que lo den todo y se impliquen con una mentalidad casi religiosa», mientras que los trabajadores buscan «flexibilidad, conciliación y sentirse realmente útiles», no solo a través del trabajo, sino también de sus familias y tiempo libre.