Trabajar en España no siempre garantiza una vida digna. Casi tres millones de personas, un alarmante 13,7% de la población empleada, se encuentra en situación de pobreza laboral, a pesar del aumento del Salario Mínimo Interprofesional (SMI), la reforma laboral y las cifras récord de empleo.
Sectores vulnerables y desigualdades
Según se desprende del informe ‘Pobreza Laboral: cuando trabajar no es suficiente para llegar a fin de mes’ de Oxfam Intermón, la pobreza laboral golpea con mayor fuerza a determinados sectores. La agricultura y el trabajo doméstico son los más afectados, con tres de cada diez trabajadores viviendo bajo el umbral de la pobreza. La hostelería y la construcción también presentan cifras preocupantes, con dos de cada diez empleados en situación de pobreza. Además, la precariedad laboral se ceba con los autónomos y los trabajadores a tiempo parcial, donde uno de cada cuatro se encuentra en situación de pobreza.
La nacionalidad también juega un papel crucial. Casi el 30% de las personas nacidas fuera de la Unión Europea viven en pobreza laboral en España, casi el doble de la media nacional y 20 puntos porcentuales más que los nacidos en el país. Esta disparidad pone de manifiesto la vulnerabilidad de este colectivo y la necesidad de implementar políticas de integración laboral más efectivas.
A nivel regional, Andalucía lidera la tasa de pobreza laboral con un 19,4%, seguida de Extremadura (17,2%) y Castilla-La Mancha (15,4%). Estas cifras reflejan las desigualdades territoriales y la necesidad de impulsar políticas específicas para estas comunidades.
El impacto del coste de la vida y la precariedad
El encarecimiento de la vivienda y los servicios básicos agravan la situación de pobreza laboral. Los hogares afectados destinan entre el 67% y el 79% de sus ingresos a cubrir estos gastos, lo que deja un margen mínimo para otras necesidades. Esta situación es especialmente preocupante para las familias numerosas (tres o más menores) y las familias monoparentales, en las que el 75% tienen a una mujer como cabeza de familia.
El abandono escolar también perpetúa la pobreza laboral. Seis de cada diez personas en esta situación se vieron obligadas a dejar sus estudios por falta de recursos o la necesidad de trabajar. Este ciclo de desigualdad limita las oportunidades de desarrollo personal y profesional, condenando a muchas personas a la precariedad.
Las consecuencias de la pobreza laboral van más allá de lo económico. El estrés constante, la renuncia al ocio y la imposibilidad de disfrutar de una vida plena generan un impacto negativo en la salud mental de los trabajadores. Más de la mitad de los hogares en pobreza laboral han renunciado a servicios de salud esenciales, como tratamientos dentales, gafas o terapia psicológica, por falta de dinero. Esta situación pone en riesgo su bienestar y perpetúa un círculo vicioso de precariedad.