La Casa Real continúa con su agenda prevista, mostrando una imagen de estabilidad y normalidad institucional a pesar de las recientes filtraciones sobre el Rey Juan Carlos. Felipe VI ha priorizado sus compromisos oficiales, demostrando una clara separación entre la Corona y las controversias que rodean al Emérito. Esta estrategia de comunicación busca proteger la imagen de la institución y reforzar la figura de Felipe VI como garante de la estabilidad.
La Corona se desmarca de las polémicas del pasado
El Rey Felipe VI ha mantenido una intensa agenda institucional esta semana, visitando la Isla de La Toja (Pontevedra) para inaugurar el Foro La Toja-Vínculo Atlántico y posteriormente Cáceres para la inauguración del «Encuentro de las Academias Iberoamericanas de la Historia en España». También se ha desplazado a Jordania para reunirse con el Rey Abdalá II en un contexto geopolítico complejo marcado por el conflicto bélico entre Israel e Irán. Estas apariciones públicas proyectan una imagen de compromiso con sus responsabilidades y de continuidad en la labor de la Corona.
A pesar de la proximidad geográfica con el Rey Juan Carlos, quien se encontraba en Sanxenxo durante la visita de Felipe VI a Galicia, no se produjo ningún encuentro entre ambos. Esta decisión, aparentemente estratégica, refuerza la distancia que la Casa Real está marcando respecto a las controversias que rodean al Emérito. A diferencia del encuentro familiar en la Escuela Naval de Marín la semana anterior, donde se mostró un apoyo familiar tras la publicación de unas fotografías, en esta ocasión la ausencia de contacto transmite un mensaje claro: la Corona se desvincula de las últimas filtraciones y se centra en su labor institucional.
Gestión de la comunicación
La gestión de la comunicación por parte de la Casa Real en esta situación es crucial. Se busca transmitir una imagen de estabilidad y continuidad, a pesar del ruido mediático generado por las filtraciones. La figura de Felipe VI se presenta como un símbolo de modernización y transparencia, en contraste con las polémicas del pasado que afectan a la figura de su padre.
El énfasis en la agenda institucional y la ausencia de reacciones públicas a las filtraciones forman parte de una estrategia de comunicación cuidadosamente planificada. Se pretende minimizar el impacto de las noticias negativas y reforzar la confianza en la institución monárquica. La discreción y la prudencia son las claves de esta estrategia, que busca preservar la imagen de la Corona en un momento delicado.
La gestión de la crisis generada por las filtraciones sobre el Rey Juan Carlos se convierte en una prueba de fuego para la consolidación del reinado de Felipe VI y la imagen de la monarquía española. La apuesta por la continuidad institucional, la separación de las controversias del pasado y el énfasis en la figura de Felipe VI como garante de la estabilidad son los pilares de la estrategia de comunicación de la Casa Real.
Es previsible que la presión mediática continúe en los próximos días.