En este exótico país está prohibido hasta vender y mascar chicles

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Singapur, un fascinante y exótico país en el sureste asiático, es conocido por su riguroso orden público y sus estrictas normas de limpieza. Desde el momento en que aterrizas en su impresionante aeropuerto, te das cuenta de que estás en un lugar diferente. La ciudad-estado se distingue no solo por su modernidad, sino también por sus leyes inusuales, que incluyen la prohibición de vender y mascar chicles. A continuación, exploraremos algunas de las particularidades que hacen de Singapur un lugar único.

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Una obsesión por la limpieza

Una obsesión por la limpieza

En Singapur, la limpieza es casi una religión. Desde sus impecables calles hasta sus modernos transportes públicos, la ciudad respira orden y pulcritud. La prohibición de vender chicles, aunque a algunos les parezca absurda, responde a un deseo profundo de mantener la ciudad libre de basura y manchas. Las autoridades temen que los chicles abandonados en la vía pública ensucien el paisaje urbano, por lo que el incumplimiento de esta norma puede resultar en multas elevadas. Sin embargo, los turistas pueden traer chicles consigo, siempre que no los dejen caer al suelo.

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