El IPC de Alemania baja al 1,6% en septiembre y queda por debajo del 2% por segundo mes consecutivo

La economía alemana ha dado muestras de estabilización en los niveles de inflación durante el mes de septiembre, según los últimos datos publicados por la Oficina Federal de Estadística (Destatis). El Índice de Precios de Consumo (IPC) se situó en el 1,6% interanual, lo que representa una caída de tres décimas con respecto al mes anterior, convirtiéndose en la primera vez que el indicador se ubica por debajo del 2% desde marzo de 2021.

Aún más significativo es el dato de la tasa subyacente de inflación, que al excluir el impacto de la energía y los alimentos frescos, se situó en el 2,7%, una décima por debajo del mes previo. Este resultado sugiere que la inflación en Alemania está comenzando a moderarse, tras haber experimentado alzas considerables en los últimos meses.

La energía y los alimentos, principales impulsores de la desaceleración

La evolución de los precios en Alemania durante septiembre estuvo condicionada principalmente por la mayor bajada del coste de la energía, que sufrió un descenso del 7,6%, luego de la caída del 5,1% registrada en agosto. Por otro lado, el precio de los alimentos repuntó por sexto mes consecutivo hasta el 1,6%, frente al ascenso del 1,5% del mes previo.

En cuanto a los servicios, estos contuvieron su avance en una décima, situándose en el 3,8%, mientras que los bienes entraron en terreno deflacionista tras ceder un -0,3% en septiembre, después de registrar una lectura plana del 0% en agosto.

La inflación armonizada se ubica en el 1,8%

Finalmente, el dato de inflación armonizada, empleado por Eurostat en sus estadísticas, se situó en el 1,8% durante el noveno mes del año. Este resultado refleja la tendencia a la estabilización de los precios en la economía alemana, lo que podría aliviar la presión sobre los consumidores y las empresas en los próximos meses.

En resumen, los últimos datos de inflación en Alemania muestran signos alentadores de moderación, con una disminución tanto en la tasa general como en la subyacente. Esto se debe principalmente a la menor presión de los precios de la energía y una evolución más contenida de los servicios y los bienes, lo que podría indicar una estabilización gradual del panorama inflacionario en la mayor economía de Europa.