Nuestro país cuenta con una extensa red de más de 700 radares distribuidos estratégicamente por todo su territorio. La Dirección General de Tráfico (DGT) ha implementado este sistema con el objetivo primordial de controlar la velocidad y reducir los accidentes en las carreteras españolas. Estos dispositivos se encuentran ubicados en autopistas, carreteras nacionales y vías urbanas, cubriendo tanto zonas de alta densidad de tráfico como tramos conocidos por su peligrosidad. Sin embargo, algunos de estos radares han generado controversia debido a su ubicación y funcionamiento, convirtiéndose en los más sancionadores del país. A continuación te contaremos cuáles son los dos radares que más multas generan al año.
2Los dos radares más polémicos: Cuando la ubicación lo es todo
Entre los más de 700 radares de la DGT distribuidos por España, algunos destacan por su capacidad para captar infracciones debido a su ubicación estratégica. Un ejemplo es el radar de la A-381, situado en el kilómetro 74,6 en dirección a Los Barrios. Este dispositivo fijo se ha ganado su reputación por estar ubicado inmediatamente después de un túnel, lo que reduce la visibilidad de los conductores. Además, se encuentra en el lado izquierdo de la mediana, una posición poco habitual que toma por sorpresa a muchos conductores acostumbrados a buscar radares en el lado derecho de la vía.
Otro radar controvertido es el de la A-55, localizado en el kilómetro 9,20 en dirección a O Porriño. Este dispositivo de la DGT está situado en un tramo de concentración de accidentes, lo que justifica su instalación. Sin embargo, lo que lo hace particularmente sancionador es la reducción abrupta del límite de velocidad. A solo 50 metros antes de llegar al radar, el límite de velocidad desciende de 80 km/h a 60 km/h, una transición tan rápida que muchos conductores no logran adaptarse a tiempo, resultando en numerosas sanciones.
Estos casos ponen de manifiesto la polémica en torno a la ubicación de ciertos radares en España. Mientras la DGT sostiene que su colocación responde a criterios de seguridad vial, muchos conductores consideran que estas ubicaciones están diseñadas para sorprender a los conductores y recaudar más dinero. La percepción de que estos radares son «trampas» refleja la tensión entre la seguridad en las carreteras y las sospechas de fines recaudatorios.