Vivir en mayúsculas, con calidad de vida, pese al cáncer de mama

La innovación terapéutica y el diagnóstico temprano han permitido situar el cáncer de mama entre los cánceres con mejor pronóstico. La palabra cáncer sigue causando miedo y hace estremecer a las familias cuando se espera el diagnóstico, cuando se confirma, cuando se trata. Pero afortunadamente, el cáncer de mama ya no es sinónimo ineludible de muerte.

Cada vez se diagnostica a más mujeres, pero también tienen una supervivencia muchísimo mayor y donde se persigue la cronificación de la enfermedad.  

Si bien es cierto que sigue siendo un reto encontrar una solución a las 6.000 personas que mueren anualmente por cáncer de mama metastásico, esta nueva situación – pacientes más jóvenes y pacientes más mayores que se diagnostican y tratan durante años- comporta nuevos retos. Uno de ellos: conseguir que las personas con cáncer de mama puedan tener la mejor calidad de vida, y puedan vivir por tanto no sólo más años sino en las mejores condiciones. Otra, es la sombra del miedo a la recaída. Se estima que el 30% de las pacientes con cáncer de mama tienen riesgo de recaída, y un riesgo que puede ser a más de 10 años del primer diagnóstico de cáncer de mama localizado.

La percepción de ese riesgo, tanto por parte de profesionales sanitarios como de pacientes, es clave para asegurar un buen cumplimiento terapéutico – adherencia-, pero supone también vivir en equilibrio entre el miedo (a recaer) y vivir una vida con la mayor calidad de vida posible.

Entendiendo que este equilibrio no es posible únicamente con tratamientos, Novartis pone a disposición de pacientes y familiares Aquí para vivir, un conjunto de recursos elaborados junto a expertos, entidades de pacientes y grupos científicos con el objetivo de promover hábitos que impacten directamente en una mejora de la vida de las pacientes y sus familias. Porque el conocimiento, es parte del tratamiento.

La principal herramienta formativa de Aquí para Vivir son las “Guías de ejercicio físico, nutrición, sexualidad y cuidado personal”, elaboradas junto a GEICAM, SOLTI, y las entidades de pacientes AMOH, AECMM, GEPAC, FECMA e INVI. En ellas se pueden encontrar recursos prácticos sustentados por evidencia clínica, que contribuyen a un mejor estado físico y mental de las pacientes.

El apartado dedicado al ejercicio físico, firmado por la especialista en deporte oncológico, Soraya Casla, surge como respuesta a los desafíos que enfrentan los pacientes con cáncer, abordando los efectos secundarios de los tratamientos, como la fatiga crónica. “Diversos estudios demuestran que el ejercicio adecuado no solo mejora la tolerancia a los tratamientos, sino que tiene una relación directa con la adherencia terapéutica lo que a su vez contribuye a reducir el riesgo de recaída y mejorar las tasas de supervivencia”, señaló la doctora María José Echarri, oncóloga médicade la Unidad de Cáncer de Mama y Ginecológico del Hospital Severo Ochoa el día de su presentación en Leganés.

Estudios, como el de Lahart (2015), han evidenciado que las mujeres que se mantienen activas aumentan significativamente sus tasas de supervivencia, llegando hasta un 48% en general y hasta un 23% en casos de cáncer de mama metastásico. A pesar de estos beneficios, un porcentaje considerable de mujeres con cáncer de mama en España no realiza suficiente ejercicio, especialmente aquellas con tratamientos prolongados o al volver al trabajo, lo que resalta la necesidad de promover una mayor actividad física adaptada a las necesidades individuales de cada paciente.

EL IMPACTO DEL QUE POCO HABLAMOS: SEXUALIDAD Y CÁNCER DE MAMA

Pero no es solo el trabajo en mantenerse activos y en buena forma física. Una de las esferas personales que más afectadas se ven tras el cáncer de mama es la sexual. Y seguramente es de la que menos se habla, y de la que menos información se tiene. No solo se trata de lo delicado que puede ser asumir esta nueva realidad física para muchas de ellas, o a la vertiente más emocional y relacional, sino también se le suman los efectos que la enfermedad y sus tratamientos pueden tener en su vida sexual.

Los diferentes tratamientos e intervenciones también pueden provocar disminución del deseo, cambios hormonales, dolor durante las relaciones, falta de excitación, problemas relacionados con el orgasmo o preocupaciones sobre la imagen corporal. Vivir la sexualidad de forma satisfactoria se ha convertido en un factor fundamental para mantener la calidad de vida, sin embargo, las dificultades en torno a la salud sexual que las pacientes pueden experimentar suelen quedar fuera de las consultas.

LA NUTRICIÓN COMO PIEZA CLAVE DEL TRATAMIENTO

La última pieza del rompecabezas son los esfuerzos para adecuar la nutrición a las necesidades de la paciente en cada momento del tratamiento y después de él.  Una dieta adaptada y saludable puede influir positivamente en la evolución de la enfermedad y en la respuesta al tratamiento. Y es que los expertos reconocen que una dieta rica en nutrientes puede fortalecer el sistema inmunológico, reducir la inflamación e incrementar los niveles de energía, permitiendo a la paciente soportar mejor los tratamientos, favoreciendo de esta forma una mayor reducción del riesgo de recaída.

Mi Estilo Main2

Carla Not, dietista y nutricionista especializada en nutrición clínica, y autora del apartado de nutrición de las Guías muestra en ellas ejemplos concretos de cómo corregir y mejorar los menús diarios de las personas en tratamiento oncológico, adaptándolos a una dieta más saludable y equilibrada. «Es fundamental ajustar la alimentación de cada paciente de forma personalizada considerando sus hábitos y creencias, y realizar cambios graduales para que sean sostenibles a largo plazo», señala la dietista.