A partir de 2025, renovar el carnet de conducir en España implicará enfrentar condiciones más estrictas. La Dirección General de Tráfico (DGT) ha revelado un endurecimiento en los controles médicos, con el propósito de reforzar la seguridad vial y disminuir los accidentes de tráfico. Entre los principales cambios destaca la reevaluación de enfermedades que hasta ahora se consideraban compatibles con la conducción, asegurando que quienes se sienten al volante cuenten con las capacidades físicas y mentales óptimas para conducir de manera segura. A continuación, te explicamos qué condiciones médicas podrían impedirte renovar el carnet.
2DGT: Lista de enfermedades incompatibles
Otro de los aspectos fundamentales de esta nueva normativa es la creación de una lista de enfermedades que se consideran incompatibles con la conducción segura. La DGT ha elaborado un listado de 35 patologías que, por sus características, pueden representar un riesgo significativo en la carretera. Esta lista incluye enfermedades digestivas, endocrinas, respiratorias, neurológicas, mentales y cardiovasculares, entre otras.
Entre las enfermedades digestivas que forman parte de la lista de la DGT se encuentran la enfermedad celíaca, la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn, condiciones que, aunque no están directamente relacionadas con la capacidad de conducir, pueden generar malestar o episodios agudos que afecten la atención del conductor. En cuanto a las enfermedades endocrinas, la diabetes mellitus y el hipotiroidismo son algunas de las que requieren un seguimiento médico más estricto.
Las enfermedades respiratorias como el asma y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) también están en el foco de atención, dado que pueden afectar la capacidad pulmonar del conductor y, por tanto, su rendimiento al volante. Las enfermedades neurológicas y degenerativas, como el Alzheimer, el Parkinson y la esclerosis múltiple, por su parte, serán evaluadas con más detalle debido al impacto directo que tienen en la coordinación motriz y la toma de decisiones, ambas esenciales para una conducción segura.
En el caso de las enfermedades mentales, la depresión, el trastorno bipolar y la ansiedad son algunas de las patologías incluidas. Aunque estos trastornos no necesariamente incapacitan a una persona para conducir, pueden afectar su estado de ánimo y, en consecuencia, su capacidad de concentración y respuesta ante situaciones de emergencia en la carretera. Por último, las enfermedades cardiovasculares, como la arritmia o el infarto de miocardio, también están bajo la lupa, ya que pueden provocar episodios de fatiga o mareo que comprometan la seguridad del conductor y de otros usuarios de la vía.