La fraternidad es un concepto fundamental que el Papa Francisco ha destacado repetidamente en su liderazgo de la Iglesia Católica. Recientemente, el Pontífice escribió el prólogo del libro «Fraternidad» del renombrado teólogo y fundador de la Comunidad de Bose, Enzo Bianchi. Este gesto no solo resalta la importancia que el Papa le otorga a la fraternidad, sino que también refleja su preocupación por la creciente falta de unidad en la sociedad actual.
La Llamada a Abrazar la Fraternidad
En su prólogo, el Papa elogia a Bianchi por «mostrar con su habitual profundidad humana e inteligencia espiritual, que la fraternidad es la vocación de la humanidad». Recalca que «todos somos hermanos en humanidad, mortales» y que «el gran don que podemos acoger es el otro», sin importar quién sea. El Pontífice hace un llamado a pasar de la individualidad al sentido de «nosotros» para vivir juntos en unidad.
La fraternidad, según el Papa, es una elección que implica «el rechazo de la exclusión, la voluntad de reconciliación y el deseo de una profunda comunión humana». Lamentablemente, el Papa reconoce que la sociedad actual carece en gran medida de esta actitud, lo cual pone en peligro valores como la igualdad y la libertad.
Un Alegato Contra la Guerra y la Rivalidad
En su prólogo, el Papa también aprovecha para hacer un alegato contra «el demonio de la guerra» que se manifiesta en la «rivalidad que llega hasta la negación y el asesinato del otro». Señala que la fraternidad «debe regenerarse siempre y resistir a la rivalidad que conduce a la violencia y a la guerra».
El Pontífice expresa su preocupación por el aumento de la violencia y la guerra en el mundo actual, fenómenos que considera una clara negación de la fraternidad. Hace un llamado urgente a recuperar ese sentido de unidad y comunión entre los seres humanos, como antídoto frente a la creciente «rivalidad que conduce a la violencia y a la guerra».
El Contexto: La Expulsión de Enzo Bianchi de la Comunidad de Bose
Cabe destacar que el prólogo del Papa se enmarca en un contexto particular: la expulsión de Enzo Bianchi de la Comunidad de Bose, que él mismo fundó, mediante un decreto del Vaticano firmado por el Secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin.
Bianchi, un economista italiano y laico que se retiró a la localidad de Bose para hacer vida solitaria, fundó la Comunidad de Bose en 1965, tras la conclusión del Concilio Vaticano II. Después de algunas tensiones iniciales con la Iglesia local, la comunidad fue finalmente aprobada en 1973 y llegó a contar con unos 80 miembros.
Sin embargo, tras una visita apostólica ordenada por el Vaticano ante ciertos problemas de autoridad, en 2020 Bianchi y otros tres hermanos recibieron la orden de abandonar el monasterio de Bose por un decreto firmado en nombre del Papa Francisco.
Este hecho, lejos de menoscabar la relevancia del mensaje del Pontífice sobre la fraternidad, lo hace aún más significativo, pues refleja su preocupación por recuperar ese espíritu de unidad y comunión incluso en el seno de la propia Iglesia Católica.