¿Qué son MOSH y MOAH, y cómo pueden afectar a la salud a través de los alimentos?

En la actualidad, la seguridad alimentaria puede considerarse una de las preocupaciones centrales para consumidores y autoridades sanitarias en todo el mundo. En este contexto, los términos MOSH (Hidrocarburos Saturados de Aceites Minerales) y MOAH (Hidrocarburos Aromáticos de Aceites Minerales) pueden emerger como elementos clave en la discusión sobre la presencia de contaminantes en los alimentos. Estos compuestos, derivados del petróleo, pueden representar un posible riesgo para la salud debido a su capacidad de infiltrarse en la cadena alimentaria. Pero, ¿qué se sabe realmente sobre estos compuestos y cómo pueden afectar a la salud?

¿Qué son MOSH y MOAH y por qué pueden ser un riesgo para la salud?

MOSH y MOAH son dos tipos de hidrocarburos que provienen de aceites minerales y que, de forma inadvertida, podrían terminar en los alimentos que consumimos. Los MOSH, o Hidrocarburos Saturados de Aceites Minerales, son compuestos alifáticos que se caracterizan por no tener anillos aromáticos. Pueden ser lineales, ramificados o cíclicos y tienden a acumularse en órganos del cuerpo como el hígado y el bazo, donde podrían causar microgranulomas, pequeñas lesiones inflamatorias. Aunque la toxicidad de los MOSH se considera relativamente baja en comparación con otros contaminantes, su capacidad para acumularse en el cuerpo y los posibles efectos a largo plazo aún son motivo de estudio.

Por otro lado, los MOAH son hidrocarburos aromáticos que contienen uno o más anillos aromáticos, lo que los hace estructuralmente más complejos y potencialmente más peligrosos. Se consideran preocupantes debido a sus posibles efectos mutagénicos y carcinógenos, es decir, su capacidad de causar daños en el ADN y potencialmente desarrollar cáncer. Los MOAH pueden ser especialmente preocupantes cuando contienen tres o más anillos aromáticos, ya que presentan un mayor riesgo de causar daño genético. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha señalado que estos compuestos podrían requerir de una vigilancia especial y un margen de exposición protector debido a sus riesgos.

¿De dónde provienen estos contaminantes en los alimentos?

Los MOSH y MOAH pueden ingresar a los alimentos a través de varias vías:

Contaminación ambiental: Los alimentos pueden contaminarse durante la cosecha o el transporte debido a la exposición a residuos industriales, como emisiones de combustibles, restos de neumáticos y asfalto de carreteras. Estas fuentes ambientales son especialmente preocupantes en áreas cercanas a zonas industriales o carreteras transitadas, donde la presencia de estos contaminantes puede ser mayor.

Uso de lubricantes en maquinaria: Los hidrocarburos de aceites minerales también podrían provenir de los lubricantes utilizados en la maquinaria agrícola y de procesamiento de alimentos. Estos lubricantes, que facilitan el funcionamiento de las máquinas, pueden contener MOSH y MOAH, los cuales podrían migrar hacia los alimentos, especialmente durante procesos que involucran altas temperaturas.

Materiales de envasado: Los envases de alimentos, como el papel y cartón reciclado, a menudo contienen residuos de hidrocarburos utilizados durante su fabricación. Estos compuestos podrían migrar desde el envase hacia los alimentos, sobre todo en productos preenvasados que permanecen en contacto con los materiales de embalaje durante períodos prolongados.

¿Cómo pueden afectar MOSH y MOAH a la salud?

La acumulación de MOSH en el cuerpo humano ha sido objeto de estudios científicos que sugieren su tendencia a depositarse en órganos como el hígado, el bazo y los nódulos linfáticos. Aunque no hay evidencia concluyente sobre los efectos directos de MOSH en la salud humana, la preocupación radica en su capacidad para formar microgranulomas y afectar potencialmente el sistema inmunitario y otros órganos a largo plazo.

Los MOAH, debido a su estructura química, pueden presentar un riesgo mayor. Su capacidad de dañar el ADN celular y su potencial carcinogénico los convierten en un riesgo significativo, especialmente cuando se trata de compuestos con múltiples anillos aromáticos. Las investigaciones sugieren que los MOAH pueden persistir en el cuerpo, aumentando la preocupación sobre los efectos a largo plazo de su exposición.

Exigir a la industria alimentaria un mayor grado de seguridad alimentaria y la eliminación de contaminantes

Ante la preocupación creciente sobre los efectos de estos contaminantes, la sociedad y las autoridades están demandando un mayor control sobre la presencia de MOSH y MOAH en los alimentos. Al igual que en el pasado ocurrió con sustancias como el bisfenol A (BPA), los parabenos, las sales de aluminio, las grasas trans y el aceite de palma, la presión social ha sido un motor clave para que la industria mejore sus procesos y busque alternativas más seguras. Estos casos han demostrado que la influencia de los consumidores y la acción regulatoria pueden llevar a cambios significativos en la manera en que se producen y comercializan los alimentos.

Eliminación progresiva de contaminantes: un esfuerzo conjunto de todos

Reducir la presencia de contaminantes como MOSH y MOAH en los alimentos requiere un esfuerzo constante y coordinado entre reguladores, industria y consumidores. Tal como sucedió con las grasas trans y el aceite de palma, cuya controversia impulsó cambios hacia prácticas más saludables y sostenibles, ahora la atención está centrada en los hidrocarburos de aceites minerales. Exigir prácticas más estrictas, transparencia y el cumplimiento de estándares de seguridad es esencial para proteger la salud pública.

¿Qué deben hacer las empresas alimentarias para reducir la presencia de MOSH y MOAH en los alimentos?

La industria alimentaria debe implementar estrategias efectivas para minimizar la presencia de MOSH y MOAH, asegurando así la seguridad de los consumidores. Algunas medidas clave son:

Buenas prácticas de manufactura: Es fundamental que las empresas usen lubricantes con certificación NSF, libres de MOSH y MOAH, para evitar la contaminación durante la producción. Además, la realización de auditorías basadas en el Análisis de Peligros y Puntos Críticos de Control (APPCC) permite identificar y mitigar posibles puntos de contaminación en todo el proceso productivo.

Regulaciones y límites establecidos: Aunque las regulaciones actuales permiten pequeñas cantidades de MOSH y MOAH, la meta debería ser eliminar cualquier rastro de estos contaminantes. Esto exige a la industria mejorar continuamente sus procesos para reducir la exposición de los consumidores.

Control de materiales en contacto con alimentos: Los envases, como el papel, cartón reciclado y plásticos, pueden ser una fuente importante de contaminación. La industria debe usar desmoldeantes o lubricantes con la máxima certificación NSF y libres de MOSH y MOAH, evitando así aditivos que puedan migrar hacia los alimentos, especialmente en productos que están en contacto prolongado con los envases.

Monitorización continua y tecnología avanzada: Utilizar tecnologías avanzadas para la detección y cuantificación de MOSH y MOAH es crucial para mantener los estándares de calidad. Los laboratorios con tecnología de punta ayudan a identificar estos contaminantes y a evaluar la eficacia de las medidas de control.

Formación y sensibilización del personal: Capacitar al personal sobre las mejores prácticas de seguridad alimentaria y la importancia de evitar la contaminación es fundamental. La sensibilización sobre el manejo adecuado de materiales, la manipulación correcta de alimentos y el mantenimiento de instalaciones contribuye significativamente a la reducción de riesgos.

Un compromiso integral para garantizar alimentos seguros

La implementación de estas medidas puede no solo reducir la presencia de MOSH y MOAH en los alimentos, sino también evitar intoxicaciones y aumentar la confianza del consumidor en los productos que consume. La industria alimentaria, junto con las autoridades reguladoras y la sociedad, tiene la responsabilidad de adoptar un enfoque proactivo y riguroso para eliminar cualquier traza de contaminantes. Esto no solo mejorará la calidad de los alimentos, sino que también contribuirá a proteger la salud pública a largo plazo.

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