La sequía ha sido un tema de creciente preocupación en Europa en las últimas décadas, con episodios cada vez más frecuentes y graves. Más allá de sus efectos en la agricultura y los ecosistemas, los expertos advierten que esta situación también podría tener consecuencias significativas sobre la salud mental de las personas.
Un grupo de investigación ha realizado una exhaustiva revisión de los estudios disponibles sobre este tema, cuyos hallazgos fueron presentados durante la XLII Reunión Anual de la Sociedad Española de Epidemiología en Cádiz. A pesar de la escasez de investigaciones en España y Europa, la revisión, publicada en la revista ‘International Journal of Biometeorology’, muestra una clara relación entre la sequía y la aparición o agravamiento de trastornos mentales.
Alicia Padrón-Monedero, directora de Programa de la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto de Salud Carlos III, explica que «la simple amenaza del cambio climático y sus consecuencias, como la sequía, pueden producir estrés psicológico que puede tener graves consecuencias en el desarrollo de múltiples enfermedades crónicas, incluyendo los trastornos mentales. Además, otras posibles vías causales serían la pérdida económica, la incertidumbre sobre el futuro y la tristeza por la degradación del entorno.
Limitaciones en el Estudio del Impacto de la Sequía en la Salud Mental
Según los autores de la revisión, el único estudio específico que analizó cuantitativamente la relación entre la sequía y las emergencias hospitalarias por problemas mentales se realizó en Australia, y encontró asociaciones significativas. Otros dos estudios, también llevados a cabo en Australia, encontraron relación entre las sequías y la mortalidad por suicidio; y algunas investigaciones han analizado la relación entre la sequía y el malestar psicológico.
Sin embargo, Padrón-Monedero señala que «es necesario explorar el uso de los recursos de salud mental, en concreto los contactos hospitalarios por problemas de salud mental coincidiendo con los episodios de sequía». Asimismo, destaca que «las mediciones de la AEMET, que son muy precisas, se toman de estaciones meteorológicas al aire libre, en una zona concreta, pero no miden la exposición a la sequía de individuos concretos«.
Determinantes Sociales y su Impacto en la Salud Mental
Otro aspecto importante en el estudio de la salud mental es el papel de los determinantes sociales, es decir, aquellos aspectos que influyen en el estado de salud de las personas. Estos incluyen factores como la clase social, el nivel educativo, la ubicación (urbana o rural) y, especialmente, el género.
Según Carmen Rodríguez-Blázquez, secretaria del Comité Científico de la Reunión Anual de la SEE, «en todos los estudios se evidencia que las mujeres siempre tienen un peor estado de salud mental que los hombres. Esto se debe a distintos factores biológicos y a los determinantes sociales relacionados con los roles de género, como las tareas de cuidado, la falta de conciliación y la violencia de género«.
Otros colectivos también pueden verse más vulnerables a los problemas de salud mental, como los migrantes en situación irregular, las personas LGTBIQ+ expuestas a discriminación, o las personas con discapacidad con dificultades de acceso al empleo y la vivienda.
En conclusión, Rodríguez-Blázquez enfatiza que «terminar con las desigualdades en salud mental pasa por terminar con las desigualdades en un sentido amplio, aunque suene utópico». Para ello, se debe garantizar un acceso equitativo a los recursos educativos, sanitarios y sociales, así como un empleo de calidad, una vivienda digna y acceso al tiempo libre.