‘La Canica’ de sede de Bankia a tener okupas a turistas

Primero una sede de la Caixa, después un «centro social» según algunos vecinos y casa okupa según otros, y ahora los propios vecinos informan que se convertirá en otro piso de alquiler turístico tras el reciente desahucio, la historia de ‘La Canica’ es una de las más interesantes del barrio de Lavapiés. Es evidente que, en un barrio donde ya los vecinos protestan de forma rutinaria por el exceso de viviendas de uso turístico y donde la pegatina de ‘Fuck Airbnb’ se ha hecho parte normal del paisaje, la noticia no ha caído demasiado bien. 

Es que según el portal especializado Inside Airbnb, encargado de enumerar los pisos de alquiler en las ciudades, en la zona centro de la capital hay 10450 pisos de alquiler de corta duración, cuando en Madrid solo hay licencias para 1008 de ellos. Es un dato que en una situación como está demuestra el crecimiento del fenómeno Airbnb y lo complicado que ha sido para la capital evitar que sigan apareciendo este tipo de pisos a pesar del aumento en el costo de las multas. Por encima parece poco más que otra raya para el tigre, pero la preocupación de los vecinos de la zona es el efecto que casos como el de ‘La Canica’ es especialmente negativo.

Pero no es el único espacio con historia convertido en uno más de la lista de espacios de alquiler turístico alrededor de las zonas de Lavapiés y La Latina. La librería ‘Traficantes de Sueños’ casi sufre un destino similar y en el mercado de San Fernando ya no quedan sitios para hacer la compra reemplazados por varios bares. Al mismo tiempo, la versión radical de la protesta sobre el tema  del turismo termina alejando a los vecinos que tampoco están feliz con los espacios vandalizados y okupados que se mantienen en el barrio.

Ese equilibrio, entre cuidar intervenciones urbanas como el ‘Mono’ de los artistas callejeros Okuda y Bordalo o la imagen del mítico Joe Strummer que marcan la identidad del barrio, pero reducir una criminalidad que parece ser usada como arma arrojadiza de lado y lado en el debate de la migración sin que nadie presente una solución real, ha sido complicado de mantener. Es que más allá del nombre que se le dé a okupaciones como el caso de ‘La Canica’ terminan siendo un problema para los propietarios, y en algunos casos espacios similares terminan siendo un peligro para los vecinos. 

UN PROCESO DE AÑOS PARA EL DESAHUCIO

Lo cierto es que no ha sido un proceso rápido. En la práctica, desde el cierre de la sede de Bankia y la toma por parte de los vecinos del espacio en 2016, cada pocos meses hubo un intento de desahucio, el más reciente antes del definitivo en mayo de este mismo año. De hecho, incluso desde entonces ha sido claro el esfuerzo en seguridad del espacio, para evitar que vuelva a ser tomado, pues para organizaciones como el Sindicato de Inquilinos de Madrid ha sido desde el inicio un punto de honor. 

En cualquier caso, la compra del espacio por parte de la inmobiliaria Antilles Capital S.L.dejó claro que antes o después se tendría que entregar el espacio. Es que la situación  era insostenible, incluso si es comprensible que las organizaciones sociales que se reunían en la antigua sede de Bankia hicieran lo posible por quedarse con el espacio.

LA HISTORIA DE LAVAPIÉS TAN COMPLICADA COMO LA DE ‘LA CANICA’

Es un equilibrio complicado de mantener. Lavapiés es al mismo tiempo uno de los barrios históricos de Madrid, lleno de tradición castiza, como lo evidencia aquel verso de Agustín Lara, pero también se ha vuelto uno de los que más recibe migrantes, muchos de ellos sin documentos, lo que sin duda aumenta los alquileres sin contratos y de allí los problemas con okupaciones y similares. Pero la presencia de migrantes también le ha dado una identidad multicultural en la que hay locales africanos, árabes, españoles y latinos uno al lado del otro. 

Por eso el aumento de los pisos de alquiler turístico en la zona, el aumento de los precios de la vivienda en general que los acompaña y la pérdida de identidad son tan alarmantes. De igual modo, la presencia de las casas okupas no solo no resuelve este problema, sino que funciona como argumento para quienes quieren atacar la zona. Es cierto que La Canica era un caso muy particular, usado como centro social y pasando buena parte del día cerrada en lugar de que hubiese habitantes dentro, o de terminar siendo usada como narcopiso.