Elena Congost se sincera sobre su descalificación en París
Elena Congost se convirtió en una de las figuras destacadas de los Juegos Paralímpicos de París con una imagen impactante. Tras una ausencia de ocho años durante los cuales se dedicó a la maternidad con cuatro hijos, la campeona paralímpica de maratón en Río 2016 y medallista de plata en 1.500 metros en Londres 2012 regresaba a la competición de alto nivel.
Con discapacidad visual, Congost estaba a solo 10 metros de la meta y tenía una ventaja de más de tres minutos sobre la siguiente corredora, la japonesa Misato Michishita, acariciando la posibilidad de un bronce. Sin embargo, fue descalificada después de soltar brevemente la cuerda para asistir a su guía, Mia Carol, quien había sufrido calambres. Esta decisión ha desatado una gran controversia, cuestionando los valores olímpicos y la estricta aplicación de las normas de la competición.
Elena Congost no se arrepiente de ayudar a su guía
Al hablar sobre lo ocurrido en los Juegos Olímpicos de París 2024, en una entrevista le preguntaron a Elena Congost si estaba arrepentida de haber ayudado a su guía justo en la meta: «No. Y espero que nadie se arrepienta de un acto bonito como es ayudar a tu compañero que lleva 42 kilómetros corriendo a tu lado para ayudarte a ti y ser tus ojos. Me puedo arrepentir de no haber pensado en caminar, pero ahora tampoco hay marcha atrás. Esto no te lo ves venir».
Sobre qué sintió después del incidente, Elena ha confesado que ha llorado ‘bastante’. Especialmente el primer día, que fue lleno de rabia y desconsuelo, seguido de una gran emoción. El apoyo de la gente cercana y de los medios de comunicación nos ha reconfortado mucho. La presión mediática hizo que la Federación me brindara su apoyo, lo que me ha proporcionado paz y calma. En estos últimos dos días, he logrado cambiar mi perspectiva y ver el lado positivo, que creo que es lo que realmente merezco».
La deportista siente que le han ‘robado el momento’
Elena ha explicado que le duele no tener la medalla pero que, al fin y al cabo, la medalla es algo material. Pero sí que está disgustada por haber perdido ese ‘momento’: «Siento que me han robado ese momento romántico del podio, de estar allí con mi familia, con mis hijos, de devolver a todos el cariño que me han dado. Pero, sobre todo, es que todas las personas de mi entorno, que hemos puesto todo en este proyecto, nos vamos con las manos vacías y con un sentimiento de atraco».
«Ese gesto me ha costado 30.000 euros, que es el premio de la medalla, más el sueldo de cada mes, que es la comida de mis hijos. Y fue lo que más me dolió. El atletismo es mi pasión, pero todo el esfuerzo lo hago por mi familia y por mis hijos y por tener una estabilidad económica porque, al final, es mi trabajo. Nadie trabaja gratis. No se come del aire. Yo hice un esfuerzo titánico en un año después de ser madre cuatro veces por ellos, por tener una mejor economía familiar y poder trabajar de lo que es mi pasión, que es un privilegio. Y me lo vi todo arrebatado«.