En su segundo día en la capital de Papúa Nueva Guinea, Port Moresby, el Papa Francisco se ha reunido con niños pobres y con discapacidad, transmitiéndoles un mensaje de esperanza y aliento. En este encuentro en la sede de la Escuela Secundaria Técnica de Cáritas, que atiende a cerca de 1.000 jóvenes, el Sumo Pontífice ha resaltado la importancia de ver a cada persona como un «regalo de Dios» y ha instado a los jóvenes a «mejorar el mundo» a través del estudio y el amor a sus semejantes.
Durante el diálogo, el Papa respondió a la pregunta de un niño con discapacidad auditiva, Clemente, quien cuestionó por qué algunos niños nacen con discapacidades mientras que otros no, y si hay esperanza para los niños como él. Francisco afirmó que «ninguno de nosotros es como otro, porque todos somos únicos a los ojos de Dios», y que cada persona tiene un papel y una misión en el mundo que nadie más puede cumplir. Asimismo, destacó que lo que determina la felicidad no son las limitaciones, sino la elección de amar.
EL LLAMADO A MEJORAR EL MUNDO
El Papa Francisco alentó a los jóvenes a mejorar el mundo a través del aprendizaje y el amor a Dios. Les instó a estudiar con dedicación para desarrollar sus habilidades y hacer una contribución positiva a la sociedad, resaltando que «ninguno de nosotros es una carga, sino un hermoso don de Dios». Además, les pidió que mantengan «encendida la luz del amor», un signo de esperanza que deben difundir a todos aquellos que se encuentran en un mundo «egoísta y preocupado por las cosas que no importan».
EL IMPACTO DE LA VISITA DEL PAPA
La visita del Papa Francisco a esta escuela en Port Moresby tuvo un profundo impacto en los jóvenes presentes. Los menores, ataviados con trajes tradicionales, interpretaron una danza típica del país como muestra de su agradecimiento. La reunión forma parte de la agenda del Sumo Pontífice en Papúa Nueva Guinea, donde también se ha reunido con el Gobernador General y las autoridades civiles del país.
El mensaje de esperanza y amor transmitido por el Papa Francisco a estos niños desfavorecidos será sin duda un legado duradero de su visita a Papúa Nueva Guinea. Su enfoque en la dignidad de cada persona, independientemente de sus limitaciones, y su llamado a mejorar el mundo a través de la educación y el servicio a los demás, servirán como un faro de inspiración para los jóvenes de esta nación.