Solo ha hecho falta tres jornadas para que Kylian Mbappé se tope con la realidad del Real Madrid
Kylian Mbappé ha sido el gran fichaje del Real Madrid este verano, sin embargo, el que llegara como una gran estrella mundial ha pasado completamente desapercibido en este comienzo de la temporada 2024-25. Así, el francés apenas ha tenido influencia en el juego del conjunto blanco y su casillero goleador se encuentra a cero después de tres jornadas de liga.
Esta gris rendimiento se debe, en gran parte, a la presencia de tantos grandes jugadores en la misma zona del campo. En este sentido, en estos tres primeros partidos hemos visto como la banda izquierda del Real Madrid se satura con Vinicius, Mbappé, Rodrygo y Bellingham, al tiempo que la sintonía entre todos ellos no aparece.
Una lucha de egos
Juntar a demasiadas superestrellas del fútbol no siempre es sinónimo de éxito, y eso lo deberían haber aprendido ya en el Real Madrid. De hecho, juntar a tan grandes jugadores a veces es contraproducente pues provoca una lucha de egos que termina por reducir el rendimiento de todos ellos sobre el campo. Esta guerra parece que es la que se ha desatado en el banquillo madridista y Carlo Ancelotti tendrá que tomar cartas en el asunto.
Así, sobre el césped del Estadio de Gran Canaria vimos el primer conato de guerra entre Kylian Mbappé y Vinicius. Todo se reduce a una jugada donde el brasileño encaraba el área por el lado izquierdo optando por un tiro a portería en lugar de pasar la pelota al francés. Mbappé, frustrado por definición de la jugada, no dudo en recriminar a su compañero que no le diera el balón.
Carlo Ancelotti debe sacar lo mejor de Mbappé
Lo ocurrido en el partido que enfrentó al Real Madrid contra la UD Las Palmas en el Estadio de Gran Canaria es solo el primer encontronazo entre dos de las grandes figuras del conjunto blanco. Así, tanto Vinicius como Mbappé parecen decididos a destacarse como líderes de la plantillas pero no parecen dispuestos a ir de la mano para conseguirlo.
Antes esta situación Carlo Ancelotti va a tener que intervenir antes de que la sangre llegue al río. Así, con tan buenos jugadores sobre el césped el italiano va a tener que actuar como un gestor de egos más que como un entrenador de fútbol si quiere que el equipo vuelva a la senda del triunfo.