La Península Ibérica se encuentra en una zona tectónicamente compleja, donde los temblores de tierra son una realidad con la que los españoles conviven constantemente. Si bien los planes de emergencia del país son considerados de «buenos«, los expertos coinciden en que la preparación ante estos fenómenos naturales es un proceso continuo que nunca termina.
El reciente terremoto registrado cerca de Lisboa, en Portugal, con una magnitud de 5.3 en la escala de Richter, es un claro ejemplo de la actividad sísmica que caracteriza a esta región. Lejos de ser un evento aislado, este tipo de incidentes son «normales» en una zona «llena de fallas» y «tectónicamente compleja«, según explican los expertos consultados.
La Complejidad de los Terremotos
El sismólogo del Instituto Geográfico Nacional (IGN), Carlos González, señala que lo habitual ante terremotos de esta magnitud es que se produzcan réplicas, aunque al haber tenido lugar en el mar, será difícil registrarlas si son muy pequeñas. Además, recuerda que la profundidad y la cercanía a núcleos de población son factores determinantes a la hora de evaluar el impacto de un sismo.
Por su parte, el geólogo de emergencias del Instituto Geológico y Minero de España (IGME-CSIC), Raúl Pérez López, advierte sobre la importancia de evitar «comparaciones con patrones» que no se pueden controlar. Así, explica que la energía liberada por un terremoto de 6.5 en la escala de Richter equivale a la de una bomba de Hiroshima, mientras que el de Lisboa, de 5.3, ha tenido una fuerza 32 veces menor.
La Preparación Constante de España
A pesar de que España cuenta con «buenos» planes de emergencia, los expertos coinciden en que la preparación ante estos fenómenos nunca es suficiente. Pérez reconoce que, incluso cuando el país estaba «muy preparado» para las erupciones volcánicas, la erupción de La Palma demostró que la «prevención total» es «imposible» debido a la cantidad de factores involucrados.
No obstante, los expertos destacan la importancia de los planes de emergencia y la colaboración entre científicos, militares y personal de emergencias a través de simulacros constantes. Incluso, Pérez señala que terremotos «no destructivos» como el de Lisboa les «vienen muy bien» porque les permiten «calibrar y afinar modelos» y «pensar en qué zonas se podrían sentir intensidades destructivas«.
En conclusión, la preparación ante los terremotos en España es un proceso continuo, que involucra a diversos actores y que se nutre de la información recopilada incluso en los eventos sísmicos menos dañinos. Sólo así, el país podrá estar mejor equipado para enfrentar los desafíos que puedan presentarse en el futuro.