La Catrina, El Kung Fu y Mastropiero son los tres ejemplos más recientes de cierres de locales en Malasaña, icónico barrio de Madrid, como lo ha reportado El Diario.es. La realidad es que es solo un ejemplo reciente del problema en el barrio, y en el resto de la capital, en la que el exceso de pisos turísticos, el aumento de precios de alquiler y la homogeneización de algunas zonas siguen arroyando locales históricos de toda la ciudad. Es una pequeña tragedia, y es un motivo más que usan desde algunas agrupaciones para atacar al turismo en los últimos años, pero en la práctica ha sido complicado conseguir ese equilibrio.
Son muchos los motivos que pueden traducirse en el cierre de un local. A veces es tan simple como la natural perdida de interés de los clientes históricos, pero en ocasiones hay motivos externos. El dato que desde el año 2015 se han convertido alrededor de 3.000 locales de la capital en viviendas, muchas de ellas de uso turístico, lo que además disminuye las opciones para que algunos de estos sean reemplazados por otros espacios interesantes.
Es un problema no solo de Madrid, pero que en la ciudad se ha hecho lo suficientemente serio como para que se diera la orden que los locales comerciales no podían ser convertidos en viviendas turísticas. Pero incluso más allá de esto es cada vez más normal que un local cierre y sea reemplazado por una gran cadena, no es raro ver desaparecer un café especialidad, cerrar y ser reemplazado por una gran cadena. Es una realidad complicada, hija de la gentrificación de las grandes capitales.
De momento es importante seguir de cerca las medidas anunciadas por el ayuntamiento. De cualquier modo es evidente que es imposible ignorar este problema, en particular en Malasaña la personalidad del barrio siempre ha tenido su lado más canalla y atrevido, por lo que verlo seguir el destino de otras zonas es preocupante, las ciudades son organismos vivos en transformación permanente, pero también es evidente que es inviable dejar que todas pierdan los detalles que las hacen especiales.
«ESTO SE ESTÁ LLENANDO DE PIJOS»
«Esto se está llenando de pijos. Los vecinos y clientes de siempre se están teniendo que ir por el precio de la vivienda. Malasaña ha caído en las fauces de la especulación. Los fondos de inversión están sacando la esencia de la vida de un lugar que siempre fue lindo por ser medio barrio y medio pueblo», así se expresaba hace dos años Lilia Mirta Agostini Castro, dueña de Mastropiero, en entrevista con el mismo Diario.es, en la práctica es una queja que no se reduce a la Argentina, sino que se repite en varios barrios de la ciudad.
Quien ha caminado últimamente por Lavapiés o por la Latina sabe de los problemas que la zona está sufriendo por el exceso de viviendas de uso turístico y locales que apuntan en precios y diseño más a los turistas que a los visitantes locales. Aunque finalmente la librería parece haber conseguido salvar su espacio hace poco, no hace tanto en la zona Traficantes de Sueños dio el aviso de que podía convertirse en un piso turístico.
Es que se trata de una pequeña plaga en la zona. 350 locales se ha convertido en piso de uso turístico ofrecido en aplicaciones como Airbnb sin licencia del ayuntamiento. En Vallecas la situación no fue demasiado diferente. Lo cierto es que aunque es inevitable perder algunos locales historicos el reforzamiento del turismo urbano y el daño en ocasiones irreversible hecho por el confinamiento en 2020 y 2021 sin duda se ha cargado lo que eran espacios clave dentro de los barrios de Madrid.
MEDIDAS EN MADRID PARA PROTEGER LOS LOCALES MÁS ANTIGUOS
Mientras tanto algunos locales han conseguido algunas medidas de protección por parte de la Comunidad de Madrid. El Ejecutivo de José Luis Martínez-Almeida, ha marcado, entre las medidas fiscales para este año, una bonificación de hasta el 95 por ciento en el Impuesto de Bienes Inmuebles comercios centenarios de la capital, y a esto se suma el plan ‘Comercios con solera’ de Isabel Díaz Ayuso para apoyar aquellos locales con más de 50 años de antigüedad. Al mismo tiempo, estas medidas dejan en el aire a demasiados espacios clave de la Madrid del siglo XX y este primer cuarto del XXI.
Es un paso importante, pero no es suficiente. El control sobre la transformación de locales en viviendas y la evidente necesidad de evitar los peores males de la gentrificación es clave, no solo para los vecinos, sino que si la ciudad pierde del todo su identidad, será complicado que sigue viviendo del turismo como lo desea su gobierno local.