La OCU advierte del peligro oculto de comprar sandía por mitades

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La sandía es una de las frutas más consumidas durante los meses de verano, siendo un símbolo refrescante y saludable en muchos hogares. Su tamaño considerable, sin embargo, ha llevado a que en los supermercados se ofrezcan mitades o cuartos, lo que parece una opción conveniente para muchos. Sin embargo, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha emitido una advertencia sobre esta práctica, destacando que, aunque comprar sandía por mitades puede parecer una elección habitual, existen riesgos significativos para la salud que deben ser considerados. A continuación exploraremos en profundidad las razones detrás de esta alerta, los peligros asociados con el consumo de sandía cortada y cómo podemos protegernos al disfrutar de esta deliciosa fruta.

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La alerta de la OCU sobre la sandía por mitades

La alerta de la OCU sobre la sandía por mitades

La sandía, con su alto contenido en agua y su sabor dulce, es la fruta estrella del verano en España. Su popularidad no es sorprendente, ya que no solo es deliciosa, sino también una excelente opción para mantenerse hidratado durante los días más calurosos. Según la OCU, cada español consume alrededor de ocho kilos de sandía al año, siendo los meses de junio, julio y agosto los de mayor demanda. Las variedades disponibles en el mercado son diversas, desde las clásicas sandías negras con pepitas hasta las más modernas sin pepitas y las innovadoras con pulpa amarilla. Esta variedad permite a los consumidores elegir según sus gustos personales y necesidades.

Sin embargo, independientemente de la variedad elegida, es común encontrar en los supermercados piezas de sandía ya cortadas, presentadas en mitades o cuartos, lo que en teoría facilita su consumo y almacenamiento. Pero la OCU ha lanzado una advertencia que nos hace reconsiderar esta práctica. Un estudio reciente sobre la seguridad alimentaria en frutas cortadas revela que, una vez que la sandía es partida, su vida útil se reduce drásticamente. El simple acto de cortar la sandía expone su pulpa, normalmente protegida por una gruesa cáscara, a agentes externos como bacterias y otros microorganismos, lo que puede suponer un riesgo considerable para la salud.

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