Cuando nacemos todos somos hipermétropes. Incluso si graduamos a un bebe recién nacido puede tener hasta 6 dioptrías, pero no hay que corregirlas en ese momento. Es algo normal. De hecho, a los 3-4 años, y conforme el menor va creciendo, este defecto de la visión va en descenso hasta valores mínimos. No obstante, hay casos en los que persiste y, además, repercute en nuestra calidad de vida, y en nuestra salud visual. Por eso, el diagnóstico precoz es fundamental.
“La hipermetropía es un defecto refractivo que afecta al 13% de la población española, y que provoca la falta de nitidez o de visión borrosa de los objetos cercanos; como consecuencia de enfocar las imágenes por detrás de la retina, y no directamente sobre ella”, explica el doctor Carlos Vergés, jefe del Servicio de Oftalmología del Instituto Oftalmológico Quirónsalud Dexeus del Hospital Universitari Dexeus (Barcelona).
Este especialista alerta de que el ojo del hipermétrope tiene un sistema de enfoque “muy potente”, un sistema acomodativo que es capaz de corregir el problema de que la luz no llega enfocada correctamente, que puede conseguir hasta que los niños con altas hipermetropías más o menos vean bien. Eso sí, este oftalmólogo advierte de que esto tiene un coste: “Ese ojo tiene un sobresfuerzo o sobreactivación del sistema acomodativo que en largo plazo puede tener consecuencias. De ahí la importancia del diagnóstico precoz siempre”.
SIGNOS DE ALARMA SOBRE LOS QUE SOSPECHAR
Desde la Unidad de Oftalmología Pediátrica del citado centro hospitalario adscrito a Quirónsalud, la doctora Fernanda Barros explica que hay algunas señales de alarma de hipermetropía entre los menores, como el cerrar los ojos para la lectura, o que los niños tengan los ojos irritados, o presenten con frecuencia dolores de cabeza, incluso expresen verbalmente que no ven bien de cerca, así como problemas de concentración y de lectoescritura.
En estos casos, muchos niños igualmente padecen de conjuntivitis de repetición, o de blefaritis (infecciones a nivel del ojo o de sus estructuras anexas, como los párpados) apunta en este sentido el doctor José Bóveda, especialista en Neurooftalmología del Instituto Oftalmológico Quirónsalud Dexeus, porque al no tener buena visión tienden a frotarse los ojos con las manos sucias en la región ocular y periocular, dando lugar a estas patologías.
“Por otro lado puede darse una cefalea por hipermetropía, en la región frontal, periocular, y con tendencia a irradiarse a la parte posterior de la cabeza. No es una cefalea como la de las migrañas, en un solo lado de la cabeza, y que aparezca tras momentos de ocio o en situaciones de estrés, sino que es posterior a los esfuerzos visuales”, agrega.
LA IMPORTANCIA DEL DIAGNÓSTICO PRECOZ
Con ello, y para un diagnóstico correcto de la hipermetropía en niños es primordial la realización del test de las gotas, según detalla la doctora Barros, una prueba que consiste en colocar gotas de colirios de ciclopléjico en los ojos, para que sus músculos de dentro estén en reposo, logrando en consecuencia tener una refracción y un valor total de la hipermetropía del ojo.
“El tratamiento para los menores de 9 años es llevar gafas. Pero para quienes tienen algunos signos de ambliopía (ojo vago), además de las gafas, se indican parches y ejercicios de terapia visual. Pero de los 9 en adelante será necesario un tratamiento con gafas, sin usar parches, y también se puede optar por lentillas para actividades puntuales como el deporte”, detalla esta especialista de Quirónsalud Dexeus.
Con cicloplejia ves la cantidad de graduación, prosigue el doctor Vergés, y normalmente se empieza con una graduación más baja para, poco a poco, ir aumentando hasta llegar al tope de la hipermetropía, momento en el que realmente el menor ve que esos dolores de cabeza, o ese cansancio, desaparecen gracias a las gafas graduadas.
TERAPIAS VISUALES PARA NIÑOS CON HIPERMETROPÍA
A su vez, la doctora Fernanda Barros, del Servicio de Oftalmología Pediátrica del Instituto Oftalmológico Quirónsalud Dexeus, aconseja la realización de terapia visual en estos casos, y que ésta puede consistir en unos ejercicios de lectura o por videojuegos: “La técnica fundamental está basada en enfoque-desenfoque”.
Ya con 20 años se puede plantear la cirugía, mediante el empleo del láser, y con el objetivo de remodelar la córnea, tal y como precisa el doctor Vergés: “Esta cirugía supone hacer un corte en la córnea, para levantar una lamela (capa fina en el globo ocular), para que el láser de excímer pueda moldear después la córnea y así corregir la hipermetropía. Es fundamental generar la lamela de manera segura y eficaz, y aquí, claramente, lo idóneo es emplear el láser de femtosegundo. Con él podemos hacer ‘flaps’ corneales (capas) muy finas y con seguridad máxima en torno al área a tratar”.
LA PRESBICIA Y OTRAS COMPLICACIONES ASOCIADAS
Los 35 años pueden suponer un punto de inflexión con este defecto de la visión porque es en torno a esta edad en la que a los pacientes hipermétropes les llega la presbicia. Es por ello por lo que la doctora Verónica Rivas, especialista en Oftalmología del Instituto oftalmológico Quirónsalud Dexeus expone las complicaciones asociadas a la hipermetropía en adultos mayores, como la aparición del glaucoma.
“A partir de los 40, en el paciente hipermétrope, la cosa se complica. Al tener un ojo más pequeño todas las estructuras están más juntas, lo que genera un conflicto de espacio que puede afectar al ángulo camerular, por donde sale el fluido del interior del ojo, y al tener menos espacio este líquido se puede acumular dentro del ojo. En consecuencia, aumenta la presión intraocular, que podrá causar un daño del nervio óptico o ‘glaucoma del ángulo estrecho’”, concluye esta especialista.