La DGT no encuentra salida: persiste el problema del exceso de velocidad y las multas no son la solución

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La velocidad excesiva sigue siendo una preocupación principal para la Dirección General de Tráfico (DGT), a pesar de las continuas campañas de concienciación y las severas sanciones impuestas. Una reciente operación de control reveló que un alarmante 5,5% de los conductores aún exceden los límites de velocidad establecidos, resultando en casi 53.000 multas en tan solo una semana. Este comportamiento no solo pone en riesgo la vida de los infractores, sino también la de otros usuarios de la vía. La persistencia de esta conducta temeraria, especialmente en vías rápidas, ha llevado a un aumento significativo en los accidentes mortales, planteando serias preguntas sobre la eficacia de las multas y la necesidad de nuevas estrategias para combatir este peligroso hábito. A continuación te contaremos cómo planea abordar la DGT esta problemática.

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Más allá de las multas: Hacia un cambio cultural en la seguridad vial

Más allá de las multas: Hacia un cambio cultural en la seguridad vial

Los resultados de la última campaña de control de la DGT ponen de manifiesto que las multas y sanciones, aunque necesarias, no son suficientes por sí solas para erradicar el problema del exceso de velocidad. De los casi 53.000 conductores denunciados, siete fueron acusados de un delito contra la seguridad vial por superar en más de 80 km/h la velocidad permitida. Estas cifras sugieren que, para algunos conductores, ni siquiera la amenaza de consecuencias legales severas es suficiente para disuadirlos de su comportamiento temerario.

Esta realidad plantea la necesidad de un enfoque más holístico para abordar el problema de la velocidad excesiva. Más allá de las sanciones económicas y la pérdida de puntos del carnet, es fundamental trabajar en un cambio cultural profundo en la sociedad española en relación con la seguridad vial.

Un aspecto clave de este cambio cultural debe ser la desmitificación de la velocidad como símbolo de habilidad o estatus. Las campañas de concienciación futuras podrían enfocarse en promover una nueva imagen del conductor responsable, uno que prioriza la seguridad y el respeto por la vida por encima de la emoción momentánea de la velocidad.