Es fácil caer en la trampa de las excusas cuando se trata de hacer ejercicio. Todos hemos pasado por esos días en los que, de repente, cualquier motivo parece suficientemente bueno para saltarse el entrenamiento. ¿Pero qué pasa cuando esas excusas se vuelven tan comunes que ni siquiera nosotros mismos nos las creemos? Hoy te presentamos las cinco excusas más comunes para no hacer ejercicio y cómo darles la vuelta para que no se conviertan en un obstáculo en tu camino hacia una vida más activa. Recuerda, la clave está en priorizar, ser creativo y mantener la constancia.
5«Me duele la espalda (o cualquier otra parte del cuerpo)»
Es fácil justificar la falta de ejercicio cuando sientes alguna molestia física, como dolor de espalda, cuello o rodillas. Sin embargo, el ejercicio adecuado puede ser una solución, no un agravante. Consulta con un médico o fisioterapeuta para encontrar actividades seguras que fortalezcan las áreas afectadas sin empeorar el problema. Además, hay muchas formas de moverte sin poner en riesgo la parte lesionada. Al fortalecer tu cuerpo de manera correcta, puedes incluso prevenir futuras molestias.
Hacer ejercicio no siempre es fácil, pero las excusas tampoco deberían serlo. La próxima vez que te sorprendas a ti mismo inventando una razón para no entrenar, piensa en cómo puedes transformar ese pensamiento en una motivación para seguir adelante. ¡Tu cuerpo y mente te lo agradecerán!