En un movimiento que ha conmocionado a la industria local, la multinacional belga de tubos de escape Bosal ha anunciado el cierre de su planta en Pedrola, Zaragoza. Esta decisión ha desatado un intenso debate y una lucha encarnizada entre la dirección de la empresa y el comité de empresa, quienes se niegan a aceptar los términos del expediente de regulación de empleo (ERE) presentado.
David Chico, presidente del comité de empresa, ha denunciado abiertamente las intenciones de la compañía, acusándola de querer evadir sus responsabilidades y dejar a los trabajadores a merced del Fondo de Garantía Salarial (FOGASA). Esta batalla pone de manifiesto los desafíos que enfrentan los empleados de la industria manufacturera en tiempos de reestructuración empresarial.
En medio de esta coyuntura, los trabajadores de Bosal en Pedrola se han movilizado para exigir que la empresa asuma sus obligaciones y les brinde una salida digna. Con la negociación en curso en el Servicio Aragonés de Mediación y Arbitraje (SAMA), la incertidumbre y la desconfianza se han apoderado de la planta, poniendo en jaque el futuro de más de 130 familias.
LA EMPRESA ALEGA INCAPACIDAD PARA AFRONTAR LAS INDEMNIZACIONES
La dirección de la planta de Bosal en Pedrola ha alegado que no tiene la capacidad financiera para hacer frente a las indemnizaciones y las cotizaciones a la Seguridad Social de los trabajadores afectados por el ERE. Según David Chico, el presidente del comité de empresa, la empresa ha manifestado que iniciará un concurso de acreedores, lo que implicaría que sea el FOGASA quien pague dichas compensaciones.
Chico ha calificado esta maniobra como una «vergüenza» y ha exigido al Gobierno de Aragón que «vigile un poco la forma de actuar que tiene la dirección de la planta. Según el dirigente sindical, la empresa ha cerrado plantas en el pasado de manera similar, dejando a los trabajadores «en la calle» sin recibir una indemnización justa.
Los sindicatos se han encontrado con un «bloqueo en la negociación», ya que la dirección de la planta les ha informado de su incapacidad para asumir las obligaciones con los trabajadores. Esto ha generado una profunda desconfianza entre los representantes de los empleados, quienes consideran que la empresa está intentando evadir sus responsabilidades.
LA PLANTILLA EXIGE RESPONSABILIDAD Y DIGNIDAD
Los trabajadores de Bosal en Pedrola se sienten traicionados y «pillados por sorpresa» por la decisión de cerrar la planta. Según Chico, la carga de trabajo estaba estable hasta 2026, por lo que la noticia del ERE ha caído como un jarro de agua fría sobre la plantilla.
Los empleados, liderados por el comité de empresa, han manifestado su indignación ante esta situación y han iniciado movilizaciones para exigir que la empresa asuma sus responsabilidades. Uno de los trabajadores, Javier Castillero, ha expresado su frustración al verse abocado a una jubilación anticipada que le supondrá «perder muchísimo dinero».
El comité de empresa ha señalado que buscará recolocaciones, especialmente para los trabajadores mayores de 55 años, que representan las tres cuartas partes de la plantilla. Asimismo, han solicitado que la empresa haga una «inyección de dinero» para poder afrontar las indemnizaciones y lograr un «cierre normalizado» de la planta.
LA INCERTIDUMBRE Y EL BLOQUEO EN LA NEGOCIACIÓN
La negociación en el SAMA se ha visto envuelta en un ambiente de incertidumbre y bloqueo, según las declaraciones de David Chico. Los trabajadores no pueden acceder a la planta para recoger sus pertenencias personales, y los sindicatos tampoco tienen acceso a la documentación y el material guardado en sus ordenadores.
Chico ha denunciado que esta situación está «coartando» la libertad sindical de los trabajadores y «ahogando» la negociación. Según el presidente del comité de empresa, la dirección de la planta ha tomado medidas unilaterales, como suspender la actividad productiva, sacar los materiales ya fabricados para ponerlos a la venta y devolver el material a los proveedores.
Ante este panorama, los trabajadores de Bosal en Pedrola se enfrentan a un futuro incierto, con la esperanza de que la negociación en el SAMA pueda alcanzar un acuerdo que les brinde una salida digna y justa ante el cierre inesperado de la planta.