El Mad Cool de este año ha sido quizás la edición más celebrada del festival en cuanto a organización. La reducción de aforo, el mejor reparto del recinto y el plan de movilidad mejoraron con respecto a la caótica edición de 2023, pero sigue habiendo un gran problema con los vecinos de Villaverde y Getafe: Los niveles de ruido que de momento el festival no ha podido controlar, y que siguen haciendo que el recinto no sea viable para usarse más allá de los 4 días anuales del festival, lo que evita que se explote el recinto ‘Iberdrola Music’ de la forma en que lo desean las productoras.
Durante el evento desde Getafe se realizaron más de 16 mediciones diferentes por parte de técnicos municipales. Según ha explicado el ayuntamiento, todas ellas superaron los límites establecidos por la ley, llegando a niveles «muy graves» en 14 de ellas.
Es que mientras que su principal competidor en España, el Primavera Sound de Barcelona, ha conseguido tener una relación relativamente simbiótica con la ciudad, aunque la promotora y la alcaldía discutan de forma seguida, el Mad Cool siempre ha sido un hijo problemático para la capital. El recinto de Villaverde es su tercer hogar, y siempre ha tenido algún problema que gira alrededor o del ruido o de la relación de los vecinos con el evento, que se debe sobre todo a que la ciudad no tiene un espacio equivalente al Parc del Fòrum catalán.
Aun así, es complicado no ver la edición de este año como un paso adelante para atornillarse en su nuevo espacio, lo que hace aún más importante que puedan controlar el sonido. Es que aunque tienen el apoyo evidente de la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid antes o después, tendrán que mejorar su relación con el ayuntamiento de Getafe, y para ello tendrán que buscar estrategias que les permitan tener una buena relación con los vecinos.
Lo cierto es que no es un problema nuevo para el festival madrileño. Durante su estancia en Valdebebas tuvieron que lidiar con el mismo problema del volumen, que irónicamente solo resolvieron para la edición de 2022, tras la cual tuvieron que mudarse debido a una expansión del IFEMA. En cualquier caso, será interesante seguir de cerca seguir los anuncios del festival en los próximos meses, como todos los años ya abrieron la puerta, como todos los años, a las críticas de los asistentes, y aunque no sea con la misma rabia que en la edición pasada no han faltado los comentarios, aunque este año viene más de los vecinos que de los asistentes.
MADRID TIENE MOTIVOS PARA CUIDAR EL MAD COOL
A pesar de las sanciones económicas esperadas contra el festival, que probablemente superen los 200.000 euros del año pasado, Madrid tiene motivos para protegerlo. La edición de 2023, a pesar del caos, generó un impacto de 46 millones de euros en la ciudad, y sigue siendo una gran opción para atraer turistas de otras latitudes durante el verano. Por tanto, tiene sentido que desde la alcaldía y la comunidad se quiera cuidar el espacio y el festival, y que incluso desde la oposición se cuide el evento, como lo han demostrado las declaraciones en redes del líder del PSOE Madrid, Juan Lobato.
Es además parte de la visión de la ciudad como un espacio central para los grandes eventos del continente. Los también controvertidos eventos del Santiago Bernabéu, los musicales de Gran Vía, la Fórmula 1 y Mbappe, son todas decisiones que ponen a Madrid en el mapa del turismo local e internacional y para cualquier ciudad con este perfil es importante tener un festival musical de la talla del Mad Cool.
Se suma que el evento ha conseguido escapar de los problemas que han tenido otros macro festivales alrededor del mundo. Sus números en cuanto a ventas de entradas siguen siendo positivos, y siguen en la posición de conseguir un cartel interesante, que este año cruzó estrellas modernas como Dua Lipa o Manëskin con artistas icónicos como Pearl Jam, Garbage o The Killers. Si pueden mantener ese nivel es de esperar que puedan seguir presumiendo de buena taquilla.
LAS QUEJAS DE LOS VECINOS INCLUYEN LA MOVILIDAD
El otro problema que enfrentan los vecinos, y que, por tanto, debe resolver el Mad Cool, es la movilidad. Además del ruido, organizaciones como ‘Stop Mad Cool’ y la propia alcaldía de Getafe han señalado que los atascos son parte del problema, y esperan que el año que viene si el festival se realizará en el mismo sitio haya estrategias para evitarlo, más allá de la apuesta del evento por el uso de transporte público.
A esto se suma la petición de la alcaldía de Getafe de instalar una pantalla acústica para evitar el ruido. Son opciones que la producción del Mad Cool deberá revisar con la idea de mantener algo de orden de cara a la próxima edición, sobre todo si esperan superar el drama que ha representado para la organización la mudanza permanente.